viernes, 15 de mayo de 2009

Mi blog si entiende la teoría de conjuntos

¿Dos entradas seguidas? Que cosa tan rara, y eso que solo voy en la primera de las páginas de noticias. Esta es breve pero me llamó la atención. Dice la revista Semana que:
Cientos de colombianos y varios personajes de la vida pública dieron el último
adiós al ícono del vallenato Rafael Escalona

¿Debemos entender por esto que los personajes de la vida pública no son colombianos? ¿No quedaría mejor "cientos de colombianos, entre ellos varios personajes de la vida pública..."? Sé que a los periodistas les enseñan a redactar ¿Será que no les enseñan a leer en voz alta lo que escriben?

El Blog-gate (o como Colombia es el colmo del provincianismo igualado)

Las interceptaciones telefónicas ilegales, conocidas coloquialmente como chuzadas, del DAS. Todo un espectáculo que pone a nuestra prensa a buscar cualquier nombre vendedor. El más interesante de todos me parece que fue "las chuzaDAS". Es un juego de palabras muy nuestro y, la verdad, original. No importa que después todo el mundo lo copie, resume todo el escándalo: el DAS chuzó a algunas personas.

Al comienzo ese nombre, debo admitirlo, me incomodaba un poco. Pero con el tiempo fuí cogiéndole cariño. La verdad es que ya no recuerdo bien donde lo vi primero y me sorprende que no lo esté usando nadie más o que no haya pegado tan fuerte como merecía. Hoy, en cambio, encuentro en la edición electrónica de Semana que ahora se llama "DAS - gate". Nombre que, sin dudarlo ni un momento, le puso algún editor desocupado que, o bien se quedó viviendo dos décadas atrás, o bien quiere irse a trabajar al New York Times.

Ese vicio gringo de ponerle el sufijo "-gate" a cuanto escándalo se les pasa por la cara me parece estúpido. Parece que, después de lo que hizo Nixon, la imaginación para hubiese muerto. Tenemos hoy en día, según Wikipedia, 93 escándalos famosos con ese sufijo, ninguno colombiano. Tal vez por cada famoso hay unos 3 o 4 no famosos (tal vez muchos más). Esto es un montón de escándalos y de periodistas perezosos.

Para ser justo, la misma entrada de Wikipedia advierte que algunos escándalos comienzan con el odioso "-gate" a sus espaldas pero luego alguien lo libra de ser un chiste y le da un nombre adecuado. En Colombia vamos al revés: ya tenía un nombre adecuado pero nos devolvimos al "-gate". De verdad la razón por la cual alguien quiere utilizar un anglicismo de segunda elude cualquier lógica. Y creo que, en el largo plazo, lo único que hace ese titular es quitarle seriedad al asunto: "miren, que ternura la revista Semana ¡quiere jugar a ser grande!". Mientras tanto el periodista debe estar pensando (al igual que nuestra corresponsal de W Radio): "Mira mami! Con este titular ahora si seguro que todo el mundo me lee. Finalmente ¿No queremos ser gringos todos?"

No, no queremos. Puede que algunos quieran, pero si una persona se siente más de primer mundo porque su país tiene su propio escándalo "-gate(tm)" está jodida. Es como pretender que porque tenemos un pueblo que se llama La Vega, otro que se llama San Francisco y otro que se llama Madrid, somos casi tan internacionales como esas ciudades.

martes, 12 de mayo de 2009

Mi blog no se va de rumba

Nunca he sido muy rumbero. De hecho, soy tan poco rumbero que, orgullosamente, digo que aprendí a bailar cuando cumplí 17 años, en la fiesta de después del ICFES. La verdad es que me da mucha mamera todo el ritual de la rumba, que comienza unas cuatro horas antes de llegar al sitio. Lo primero es comenzar a llamar o a recibir llamadas "que fulanito me dijo que quería hacer algo", "que perencejo conoce un sitio lo más de chévere", "que sutanito se queja de que hace rato no nos vemos". Fulanito, perencejo y sutanito deben reemplazarse por diminutivos "chic" de los nombres de las mujeres (taty, mary, angy, maca, mapau, malau) o alguna característica física de los hombres (el mono, el flaco, el enano, el bonito).

Una vez se ha activado toda la red de contactos sigue escoger el sitio. Antes, mucho tiempo antes, cuando los que salían de rumba eran mis papás, solamente existía un sitio: la zona rosa. Por ese afán de distinguirnos copiando, hoy en día debe haber en Bogotá unas 50 "zonas": la zona t (ahora llamada "la t", como Madonna), la zona g, la zona k (en un intento por quitarse el mucho más adecuado "cuadra picha"), la zona m y demás. Eventualmente tendremos una zona por cada letra del abecedario y, cuando eso pase, figuró volcarnos al griego (la zona kappa), al árabe (la zona ta), al japonés (la zona ro) o al chino (la zona gue). No creo que falte mucho tiempo si tenemos en cuenta que cada día los medios de comunicación y la gente play se inventan una nueva.

En fin, se está escogiendo el sitio y lo primero es determinar la zona. Según la zona se determina el tipo de rumba y la gente que se va a ver, aún si nadie tiene claro donde termina una zona y comenza otra. Al tener la zona se debe escoger el bar o discoteca específico, esta es una labor de otras dos horas, no porque hagan falta sitios sino porque hay tantos que no se sabe cual. Todos son iguales, así que el verdadero problema es que el sitio siga existiendo:

--"vamos al bar X"
--"hermano, ese bar lo cerraron hace un resto, como tres días. Ahora funciona el bar Y, que es de los mismos dueños"
--"verdad, pero me han dicho que es pésimo ¿Por qué no vamos mejor al bar Z?"
--"¿Ese no es el que queda donde antes estaba el bar Q?"

...y así sucesivamente hasta que, por decisión del más terco del grupo se termina en cualquier sitio, igualitico a los demás. En ese momento comienza la tercera fase: la fila y la angustia.

Siempre he pensado que a los bares les gusta tener filas a su entrada para aprovecharse de nuestra tendencia natural a ir donde va todo el mundo (así como de nuestra tendencia natural de hacer filas). Cuando hay mucha fila lo asociamos con un sitio buenísimo al que hay que ir, finalmente, si tiene tanta fila es porque es lo máximo. Una vez nos ubicamos en la fila comienza el suplicio de la entrada. En general todos los establecimientos públicos de Bogotá asumen que sus clientes son criminales y por eso es necesaria una requisa (en algunos casos hay que rogarle al bouncer para que nos de el privilegio de gastar nuestra plata en un sitio que no nos quiere recibir en primer lugar).

Lo de la requisa es medio tonto, si tengo plata para una pistola y tengo la personalidad de llevarla a una fiesta, muy seguramente tengo como pasarle toda la plata del mundo al administrador del bar para que me la deje entrar. Si no me la deja entrar y quiero igual pegarle un tiro a alguien, me voy a mi carro, saco la pistola y lo espero afuera. Sencillo. En últimas rompo una botella y, mientras el equipo de seguridad llega al sitio donde estoy, ya desahogué mi ira.

Pero bueno, muchas tangentes. Ya se hizo la fila, ya se demostró que se es digno de entrar al sitio y lo que sigue es el mismo infierno. Salir a rumbear es pagar por estar incómodo toda la noche, es pagar porque le derramen trago, comida y demás en la ropa. Como los bares quieren ganar toda la plata posible, meten a toda la gente posible. Termina uno en una mesita de 50cms X 50cms con otras 20 personas, pegado a otra mesita igual con otras 20 personas. No se puede bailar porque desde el mimento en el que uno se levanta de la mesa, hasta que llega al sitio indicado para hacerlo ya se terminaron cuatro o cinco canciones. No se puede bailar porque no hay donde hacerlo sin terminar con el codo de alguien en la cara o viceversa (y eso es bien peligroso). No se puede hablar porque la música está a todo volumen y no se puede tomar porque los meseros están como de adorno.

En fin... una vez terminado el suplicio en el sitio sigue el ritual posterior. Buscar transporte, rogarle al amigo que llevo carro que le abra cupo o hacerse el bobo si es uno el del carro. Mientras eso pasa, hay que aguantarse al amigo que se levantó a la vieja del tequila, a la amiga que le da por llamar a su ex novio y decirle que es un hp, al que se le pasó la mano con el trago y parece una fuente o al que no se quiere ir porque una vieja lo miro y quiere ir a decirle que la ama, sin preocuparse de que el novio mida 3 metros.

Así termina la rumba. Por eso la odio. Por eso prefiero quedarme en mi casa leyendo o viendo televisión. Por eso me arrepiento de, cuando tenía 17 años, haber perdido la única razón por la cual me inventaba cualquier excusa para no salir...

viernes, 8 de mayo de 2009

Mi blog le teme a la meningitis...

Desde siempre le he temido. Y cuando me econtré este artículo no pude evitar sino quedarme pensando... las cosas solo nos importan cuando estan cerca.

Mi blog vive en un pueblo

El caso del padre Alberto Cutié ya debe ser bien conocido por todo el mundo. Un breve resumen es que el sacerdote sucumbió ante la carne. Fin.

La historia da para hacerse muchas preguntas, todas muy interesantes. Por ejemplo, si el sacerdote era tan vocal contra el celibato ¿Por qué no lo hacía de frente? ¿Por qué tuvo que salir fotografiado por paparazzis para ponerle la cara al tema? La analogía perfecta es con una persona que decide salir del closet: es un valiente si lo hace de frente, es un cobarde si lo pillan. Vale la pena saberlo e indagarlo con un poco más de profundidad.

¿Otra pregunta interesante? Sencillo, si es el poder de la oración la que mantiene a los sacerdotes célibes ¿Qué tan bien habla este suceso de la oración? Es más, ¿Qué tan bien habla este suceso de la habilidad de seleccionar sacerdotes? Al parecer, cualquiera que ceda a los placeres de la carne está admitido. No es este el primer caso, ya se han visto casos, desde sacerdotes de pueblo hasta obispos, que deciden que el celibato no es lo suyo y por eso resbalan. Algo humano y lógico.

La tercera y última pregunta, por ahora, es ¿Cómo va a reaccionar la iglesia católica (y por iglesia católica me refiero a los jerarcas) ante esto? Si les importara ser coherentes enterrarían el asunto, dirían que eso no habla de la capacidad del sacerdote, que por más oxidada que esté la llave el agua es pura y todo ese bla, bla, bla que usaron para que justificar, entre otros, que los pederastas se quedaran en sus huestes. Por otra parte, pueden sentirse presionados por la visibilidad de este padre (todo un showman del catolicismo) para ser más severos.

Son todas preguntas interesantes que pueden pasar como cínicas al ser formuladas por un ateo. Pero, de verdad, no lo son. Más bien son una invitación a pensar, no para que los creyentes dejen de creer sino para que los creyentes dejen de olvidar. Para que los creyentes comiencen a cuestionar y para que, aquellos más avanzados, aprovechen que la religión cambia con el mundo, y no viceversa, para dar a eso que tanto aman la forma que quieren que tenga.

Finalmente, el hábil lector se estará preguntando ¿Cuál es el famoso pueblo en el que vive mi blog? El pueblo es Colombia. Nuestros medios de comunicación, en lugar de entrevistar obispos, teólogos o gente que sepa del tema cierra su nota de tres párrafos con:
En una entrevista publicada por El Nuevo Herald, Cutié se negó a
identificar a la mujer con quien fue descubierto acariciándose sobre la arena,
pero el mismo diario no descarta que sea colombiana.

¿O sea que la noticia es más importante porque la moza del sacerdote es colombiana? ¿Es otro motivo de orgullo patrio? ¿En serio debería importarme que sea colombiana, venezolana o bielorrusa? Ese provincianismo me ofende seriamente, pero bueno, vivimos en un país donde las novelas tienen más rating que los documentales y donde el hecho de que el colombiano promedio lea dos libros al año es considerado un avance cultural revolucionario. Así que no sé por qué me sorprende... que tristeza tan infinita.

ADICIÓN: Resulta que la moza (ahora esposa) era puerto riqueña... con razón dejó de ser importante.

jueves, 7 de mayo de 2009

Si mi blog fuera una columna quisiera ser como una de estas

Ayer me quejaba pero hoy felicito (aunque al igual que mis quejas, mis felicitaciones tampoco llegan). Es realmente alentador mirar El Espectador y ver dos columnistas tan interesantes: José Fernando Isaza y Klaus Ziegler. Si alguien tiene tiempo de leerlos, se haría mucho bien.

Como siempre, felicitar requiere menos tiempo que regañar, supongo que eso es lo que lo hace edificante.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mi blog no usa palabras de moda para los nombres de sus entradas

Estoy leyendo, como todas las mañanas, las columnas de opinión de los diferentes periódicos de Colombia. O al menos de los dos que importan: El Tiempo y El Espectador. Me he dado cuenta al repasar los títulos de los textos que la mayor parte de la gente que en Colombia se dedica a opinar no es tan original (mi blog, por cierto, no es nada original). Llegue a tal epifanía al leer el siguiente título: "La pandemia de la desigualdad". Como supondrán nada tiene que ver con el famoso H1N1 que nos tiene los pelos de punta a todos (incluidos, claro está, mi blog y yo).

Al parecer el escritor está dando su opinión sobre la desigualdad económica que aqueja al mundo. La verdad no la leí con juicio, pero el título y el primer párrafo dan a entender que se trata de una colección de lugares comunes en las columnas de opinión de los periódicos colombianos con sendas referencias a la cortina de hierro, wall street, economistas clásicos y todo el asunto. Sin embargo, no estoy aquí para discutir el contenido de la columna, estoy aquí para discutir el oportunismo de la columna.

Y es que, al leer ese título, no puedo evitar recordar a los Simpsons ("SEXO!!!! Ahora que tengo su atención...). Es francamente oportunista y muy, muy, muy mediocre. Basta hacer una búsqueda de palabras para ver que solo se emplea una vez la palabra "pandemia": para decir que Pigou (famoso economista) fue el primero en describir la "pandemia" de la desigualdad ¿No daría lo mismo, estimado columnista, usar la palabra "problema" u otro sinónimo?

Usted, señor columnista (y le hablo en primera persona pese a que sé que nunca se va a enterar de que yo existo), es una tristeza y una vergüenza para la gente que tiene cosas novedosas e interesantes que compartir. Usted se sabe tan mediocre, tan vacuo, que tiene que aprovecharse de la palabra de moda para ganar un lector. No sé si su escrito sea bueno o malo ni sé si su obra es buena o mala, sé que si creyera en ella se tomaría la molestia de darle un nombre apropiado, en lugar de aprovecharse del tema de moda

¿Sería capaz de imaginarse un título tan mediocre con cualquier otro tema? "Se casa el príncipe de Inglaterra" seguramente se convertiría en "La monarquía desigual" o alguna estupidez por el estilo.

lunes, 4 de mayo de 2009

Mi blog no quiere dejar de ser escrito

Stephen King fue mi escritor favorito durante mucho tiempo. De nada servía que gente que sabe de literatura me dijera que, palabras más, palabras menos, lo que escribe es pésimo. A mi, la verdad, me encantaba. Nunca me preocupó que produjera novelas y compilaciones de cuentos como si fuera la labor más sencilla del mundo. La verdad sus historias siempre me parecieron realmente aterradoras, muchos de sus cuentos, bien contados, tienen la misteriosa capacidad de provocar pesadillas. Pero no solamente me gustaba como escritor de terror o suspenso, cuando quería contar una historia mundana lo lograba, siempre con un mayor o menor grado de fantasía.

Son muy pocos los libros que me han hecho llorar o erizar la piel mientras los leo, finalmente la lectura es algo estático y su capacidad de impactarnos depende de su capacidad para absorbernos. Al cine le queda fácil: una canción bien metida en un punto crucial y lista la lágrima. Al teatro también: una actuación poderosa puede movernos las entrañas. Pero los libros son algo diferente, los libros dependen totalmente de nuestra imaginación. Dentro de esos pocos libros que me han movido tanto se encuentran un par de Stephen King, dos de Ayn Rand, Salman Rushdie, Paul Auster, Michael Ende y, por supuesto, El Principito. Textos tan íntimos que sentimos lo que sienten sus personajes, reímos con ellos pero, más importante aún, lloramos con ellos.

No importa que para hacernos llegar esa catarsis deban anunciarla mucho tiempo antes, los libros no nos sorprenden. Se meten bajo nuestra piel y nos remueven, nos agotan y juegan con nosotros. El escritor sabe que el libro va a la velocidad que va el lector, bien podríamos nunca terminar de leer el principito e imaginar que el náufrago desértico vuelve a su hogar en compañía del pequeño rubio. Pero seguimos adelante, después de saber lo que ha conversado con la serpiente y lloramos cuando el principito se despide ¿Por qué? Finalmente de una u otra forma sabemos que va a pasar, el libro lo vienen anunciando todo el tiempo...

Alguna vez me encantaría escribir algo así. Si, es la hora de la vanidad. Digo que me gustaría escribir algo así porque considero que se requiere un tipo especial de persona para lograr algo así. Se requiere de alguien que comprenda lo que ve y que sepa decantarlo hasta lo más básico. Me gustaría ser alguien así... por eso comienzo esta entrada hablando de Stephen King. Me imagino que escribe tantas novelas porque sigue al pie de la letra sus propios consejos "para escribir hay que leer cuatro horas al día y escribir cuatro horas al día, si no se está dispuesto a invertir ese tiempo es mejor no intentarlo" o algo así.

Sigo escribiendo, así no tenga nada que decir, para hacer al menos 10 ó 15 minutos de esas cuatro horas de escritura. A este paso nunca llegaré a ser un gran autor, pero espero, en un futuro cuando mire lo que escribo hoy y lo compare con lo que escriba en ese momento sienta que lo hago mejor... así sea marginalmente y para que nadie sino yo lo lea... un placer privado, que expongo porque supongo que a nadie ha de importarle.