viernes, 25 de diciembre de 2009

Heme aquí de nuevo, atraído por una luz temblorosa que se ahoga en un mar negro...

Casi termino el año sin regresar aquí. A veces se necesita un pequeño empujón para hacer, dejar de hacer o volver a hacer algo. Dejar de escribir no pasó por un pequeño empujón, simplemente sentí, de pronto, que no tenía muchas cosas interesantes para compartir. Si no hay nada interesante qué contar, pues mejor no contar nada en lugar de aburrirme a punta de escribir mal. Hoy vuelvo a escribir gracias al Papa. Pero, contrario a lo que todos pueden creer, no es nada de religión... ni siquiera es sobre el Papa.

Navegando como estaba hoy sin mucho que hacer encontré a alguien que comentaba un ataque al Papa. Como estoy en vacaciones desde que me fracturé la nariz decidí dejar de leer noticias. No me he enterado de muchas cosas, entre ellas la caída del Papa. En condiciones normales lo habría sabido a las 8 de la mañana cuando reviso las páginas de noticias. Como me pareció una noticia curiosa decidí buscarla y, justo al lado de un video borroso donde no se ve nada había una "noticia" en video con el título "avistamiento Ovni en Villeta". Curioso di click y por eso vuelvo a escribirles unas pocas cosas.

Para dejar claro todo de una vez, soy un escéptico casi completo y los OVNIs están, para mi, en la misma categoría de la homeopatía, la astrología, la religión y el tarot: mentiras todo hasta que alguien demuestre lo contrario. El término OVNI es un acrónimo para denotar objetos voladores no identificados y, solo puedo especular (aunque no creo que se necesite ser un genio), lo habrán inventado los pilotos u operadores de radar cuando se cruzan con un objeto que no pueden identificar.

Algunos de estos objetos eventualmente se identifican y resultan ser cosas bien mundanas: globos metereológicos, faros de esos de navidad, aviones, pájaros y quien-sabe-qué-otras-cosas. Muchos se deben quedar sin identificar, a menos que se trate de un peligro inminente (como una guerra) no hay mucho afán en descubrir de que se trata y la gente se va a ocupar su tiempo en otras cosas. Ciertos personajes se empeñan en saber de qué se trata todo el asunto e "investigan". Las comillas las pongo porque son "investigadores" que ya saben la conclusión a la que van a llegar: son naves extraterrestres, interdimensionales o habitadas por algún otro ser extraño (según algunos comentaristas de eltiempo.com podrían ser soldados venezolanos).

De aquí en adelante todo se vuelve una bola de nieve de estupidez que, hay que admitirlo, llega a ser bastante graciosa (en alguna ocasión escuché a alguien afirmar, totalmente convencido, de que el Vaticano estaba próximo a anunciar que Jesús fue un extraterrestre). También son un ejemplo del poco espíritu crítico que acompaña a todo el mundo. Todos tenemos una historia de OVNIs: un amigo de un amigo que vio uno, un video borroso que mostraron en un programa, los Archivos X, libros de JJ Benitez... pueden escoger, hay de todas las formas y para todos los gustos. Usualmente con "pruebas" que 1) un niño de 5 años puede decir como se hicieron o 2) son de tan mala calidad al punto de ser inútiles.

Volvamos al video por un instante ¿Observan algo extraño? No, no son las luces... tampoco es la imagen temblorosa... si se han rendido en este momento les digo: no hay ni un solo punto de referencia en el video. Por todo lo que se ve puede ser un tipo vestido de negro con una linterna, un avión o una luz de navidad.

¿El editor de la página no pensó en eso? Evidentemente no. O bueno, tal vez si lo hizo porque estaba seguro de que más de uno iba a hacer click y ver la publicidad que acompaña al videito. No soy quien para afirmar que es falso o verdadero ni que esas luces en efecto no son de una nave llena de hombres grises o verdes. Pero creo que no soy el único que se ha dado cuenta de que a medida que tenemos un acceso más grande a grabadoras de video los videos de OVNIs son cada vez una proporción menor y menor. Pregunto: si en realidad nos estuvieran monitoreando hombrecitos verdes ¿no deberíamos contar con mejores videos que una luz temblorosa en un fondo totalmente negro? Yo pienso que si, pero bueno, tal vez sencillamente se han vuelto mejores para esconderse a medida que nos hemos vuelto mejores para encontrarlos (o a medida que mejoran las explicaciones alternativas más simples).

jueves, 10 de diciembre de 2009

Un asunto de fe

Después de un largo debate suscitado por un vínculo publicado en mi facebook (que pondré en la noche cuando pueda acceder a él) sobre la religión mi interlocutor me hace una serie de preguntas bastante, bastante buenas, que me gustaría responder. Como ya no quiero seguir alargando el asunto en facebook y además me parece un tema interesante (y para revivir mi blog) decidí darle la respuesta por aquí.

Resumo brevemente mi postura: a la fecha no he visto una prueba realmente interesante que muestre que existe algún dios. Ninguno. Aclaro que esto se refiere a la existencia de un dios que interviene en los asuntos de los hombres de forma activa y por lo tanto es sujeto a medirse o experimentarse. La cuestión sobre un dios que lo creó todo y se fue o que está por ahí pero responde a las peticiones con exactamente la misma regularidad que se observaría si no existiera es inútil debatirla. En primer lugar son preguntas que no puedo resolver (como la tetera de Rusell) o son preguntas que no importa responder. En segundo lugar, si existe un dios que no interviene no hay ninguna razón para preocuparme por él. Él se encuentra en un sitio y yo en otro (igual que la dichosa tetera).

Como yo hay miles (o tal vez millones) de personas. De hecho, muchos de los que responden en el censo que son católicos (o creyentes de cualquier otra religión) a la hora de la verdad se preocupan poco por vivir como creyentes. Para la mayor parte eso ni siquiera es problema y dejan seguir sus vidas así, sin preocuparse por el asunto. Algunos de mis conocidos insisten en que yo debería preocuparme menos por los temas de la religión y los dioses y dedicarme a labores más productivas (como, finalmente, terminar el mundo 8-4 de Súper Mario Bros.). Hay otros que decidieron que es importante debatir este tema y que es importante hacerlo por diferentes razones. Entre ellas la cantidad de vidas que se desperdician en manos de ilusiones o, muchísimo peor, la cantidad de daño que se hacen las personas por perseguirlas. Para no ir más lejos, los musulmanes y los judíos están que se exterminan (y con ellos a la humanidad) por un pedazo de tierra escriturado por un ser del cual no estamos seguros. Es como salir a matar gente por escuchar voces, solo que en este caso los que escuchan las voces tienen uranio enriquecido.

La introducción estuvo bastante larga así que preparénse porque esto va a ser bien largo (y no lo voy a separar). Hay personajes que son muy críticos sobre el tema y no dejan pasar oportunidad para mencionarlo. Entre los más famosos puedo mencionar a Richard Dawkins, Christopher Hitchens, PZ Myers, Daniel Dennett y Sam Harris. Son dos biológos y tres filósofos, aunque también hay médicos, sociólogos, economistas, físicos y de casi todas las ramas del conocimiento humano. Las preguntas que hace mi interlocutor tienen que ver con estos personajes y con la ciencia en general (parafraseándo y traduciendo):
¿Por qué un científico como Dawkins es considerado una autoridad? ¿No es, a fin de cuentas una cuestión de fé en el método científico? ¿No es esto una invitación a creer en no creer?
La respuesta a la primera pregunta es que Dawkins es considerado una autoridad porque ha mostrado consistentemente tener la razón en sus postulados sobre biología. Algunos de mis lectores dirán que sus propuestas son ampliamente debatidas y que todavía existe el debate sobre si la evolución es una cuestión puramente de genes o si el desarrollo del embrión tiene algo que ver. Y si, hasta donde tengo entendido (soy economista, recuerdénlo) ese debate existe. Pero eso no quita importancia a tres cosas: la primera es que a medida que se encuentra nueva evidencia Dawkins la incorpora a sus explicaciones y, llegado el caso, está dispuesto a abandonar su postura (o eso nos ha hecho pensar después de una vida entregada a la ciencia). La segunda es que todo lo que explica está basado en observaciones que cualquier otra persona puede corroborar, no es conocimiento revelado, es conocimiento adquirido. La tercera, Dawkins nunca ha afirmado ser infalible.

La respuesta a la segunda pregunta tiene un truco dado que la misma pregunta tiene un truco. Hay que definir primero qué es la fe. En mi diccionario y en el uso que le doy al término significa "creer algo sin tener la evidencia que lo sustente". Así pues yo tengo fe en que mis hijos serán multimillonarios pero estoy seguro de que tendrán pelo negro (igual que mi novia y yo). Espero que este ejemplo muestre la diferencia entre tener fe en algo y conocer algo. Yo no tengo fé en el método científico dado que, nuevamente, el método científico es una forma de aproximarse a la realidad. Se realizan observaciones, se postulan hipótesis y se prueban. A la fecha puedo decir que mis hijos tendrán pelo negro dado que ningún experimento ha mostrado lo contrario, pero si alguno (bien hecho) muestra que, en efecto, pueden ser rubios, no tengo problema en incorporlarlo a mi modelo del mundo.

Cabe aclarar que el método científico solo aplica a preguntas sobre el mundo natural (humanos y mercados incluídos). Hay preguntas que no puedo resolver científicamente, como los unicornios rosados. A un dios que interviene en los asuntos humanos puedo aplicarlo dado que, si bien este dios no existe en nuestro mismo plano, si interactúa con él. A la fecha nadie ha visto la materia oscura pero sabemos que existe porque interactúa con el universo creando masa en espacios que deberían estar bien desocupados.

Finalmente tenemos aquello de "creer en no creer". Esta tiene una respuesta relativamente simple. Yo no creo y ya. Igual que Tomás o que Saulo de Tarso. Ellos tampoco creían y Jesus mismo se apareció frente a ellos para convencerlos. La verdad creo que dentro de la misma biblia no hay un resumen mejor de mi punto de vista ¿por qué creer en algo que no estamos seguros si pasó? Una vez llegue la evidencia la cosa es a otro precio, pero evidencia de verdad, objetiva, como poder hundir un dedo en los huecos que dejaron los clavos, ver las tablas de oro de los mormones, montar en la nave de Xenu o ver a Helios halando el sol con su carruaje. Hasta que algo así pase mi postura sobre los dioses será la misma que sobre la homeopatía: agua, galletas y buenas intenciones.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Singularidad

La palabra singularidad puede referirse a una de dos cosas, las dos apasionantes. Uno de sus usos se refiere a un lugar en el cual la gravedad es infinita, como en los agujeros negros, y, no sé, algo muy interesante pasa. Como no soy físico sino economista dejaré a los físicos explicar todo esto con más detalle (por lo menos una de mis lectoras es física y le gusta enseñar, así que este es el espacio...). El otro uso se acompaña de otra palabra: singularidad tecnológica. Esta se refiere a la idea de que, en un futuro, desarrollaremos sistemas computacionales tan complejos que darán origen a una consciencia artificial (léase: matrix). Una de las ventajas de llegar a la singularidad es que podemos descargar todo nuestro cerebro a un disco duro y vivir por siempre, al menos hasta que a uno de nuestros tatara-tatara-tatara-tatara nietos le de por ver porno en internet y bajar un virus que conviva con el antepasado.

Traigo esto dado que decubrí que la singularidad ya no es algo tan lejano y que, en efecto, una parte importante de mi ya reside en diferentes bits y bytes. El descubrimiento fue como casi todos los descubrimientos importantes. Primero un comentario por molestar "es que yo ya delegué la función de recordar teléfonos a mi celular", después síntomas que indicarían algo más grave como olvidar una reunión o no saber exáctamente de donde conocía a alguien. Luego llego la epifanía, hablando con un amigo descubrí que solo recordaría verme con él si lo anotaba en la agenda de mi celular. Finalmente ha llegado la singularidad... o el Alzheimer.

No es para pasarlo por alto. Cuando estaba en el colegio (hace apenas 10 años) sabía de memoria los teléfonos de, por lo menos, 25 o 30 personas. Era necesario, la alternativa tener una libreta de teléfonos para las cuales nunca he sido muy bueno. Libreta en mano buscar al personaje (o la personaje) y marcar, número por número, hasta lograr el resultado deseado: comunicación a distancia (tele-comunicación). Hoy en día el único esfuerzo que debe hacer mi cerebro es recordar si lo guardé como "Carlos Camacho", "Carlos Andrés Camacho" o "Camacho" a secas, como hacemos los hombres que estudiamos en colegios masculinos. Una vez ubicado el personaje es cuestión de espichar una tecla verde y listo. Comunicación instantánea y a distancia, no necesariamente restringida a Bogotá sino, ahora, a toda Colombia.

Tenemos entonces la singularidad: la parte de mi cerebro dedicada a recordar los teléfonos de mis amigos puede dedicarse a otras cosas más importantes, como recordar las letras de las canciones que me gustan o el recorrido del mundo 8-4 en Mario Bros (que es bien difícil). Ahora todos los teléfonos de la gente que conozco residen en un apartito negro que siempre llevo conmigo, si se pierde o se daña, no tengo más remedio que ser un paria. Poner mensajes angustiantes en messenger, facebook y decirle a mis amigos con los que todavía tengo contacto personal que le digan a mis otros amigos que no tengo teléfono y así recuperar mi vida. Casi tan angustiante como convivir con un virus porno.

Hasta hace relativamente poco era algo que me pasaba solamente con los teléfonos. Desde que comencé a trabajar (hace apenas cuatro años) hasta hace unos cuatro meses nunca se me pasó una sola cita. Jamás comprendía del todo a quienes vivían pendientes de Outlook como si en eso se les fuera la vida. En parte tenía que ver con el hecho de que, hasta llegar a mi trabajo actual, mi calendario consistía en una o dos reuniones al mes y llegar a mi casa los lunes a ver 24. Pero a medida que fue pasando el tiempo fuí requiriendo mayor espacio en mi cerebro para guardar las citas, desperdiciando espacio valioso para terminar el mundo 10 en pac-man o resolver un cubo Rubik. Así que decidí sucumbir y anotar cada cosa en mi agenda del computador con el gran (GRAN) problema de que no puedo aceptar nada a menos que lo tenga abierto. La parte positiva es que me siento importante ("puedo ver Dr. House el jueves, pero para estar seguro mejor reviso Outlook"), la parte negativa es que me siento tonto ("¿Qué voy a estar haciendo el 12 de diciembre?").

Así las cosas mi mente está parcialmente fusionada con las máquinas. No es algo que me escandalice o preocupe de forma persistente. Al fin y al cabo ya delegamos tareas más sencillas como sumar, restar, dividir e invertir matrices de 30 x 30 a las calculadoras (y súper computadores). Esa es la razón por la cual los economistas podemos hacer y hacer cálculos sin parar hasta dar con la variable que no se ajusta. Antes había que escribir un artículo justificando porque no gastamos tres semanas perforando tarjetas porque se nos pasó una matriz llena de ceros.

Esta entrada iba a tener un final espectacular, lleno de moralejas y buenas ideas. Un final que estuve creando durante una buena parte de la semana pasada (creánlo o no esta entrada es el fruto de una semana de inspiración, no parece, lo sé). De verdad, lo tenía todo: romance, intriga, emoción. Desafortunadamente, debido a mi mala memoria, decidí delegar a mi grabadora la función de recordarlo y, nuevamente por mi mala memoria, no sé donde la dejé... solamente debo recordar donde dejé la nota recordándome donde buscarla.