sábado, 1 de octubre de 2011

Peluquerías

En general no soy un amante de las peluquerías. Producen en mi la misma sensación que una estación de gasolina o un cajero automático: existen para proveer un servicio de rutina, que se consume de forma automática y se puede resumir de la siguiente forma:

1. Llegar al sitio donde prestan el servicio
2. Dar instrucciones de lo que se quiere. Siempre es lo mismo: gasolina, dinero o que me pasen la maquina
3. Si la interacción fue con un ser humano agradecer
4. Pagar las tarifas que apliquen
5. Irse y no volver a pensar en eso sino hasta que sea absolutamente necesario (tanque vacío, billetera vacía o "estas tan peludo que me sorprende que alguna vez pensé que eras lindo")

Y es que para mi es un asunto que no debería tener mucho misterio. Desde que tengo capacidad de decidir me he cortado el pelo exactamente de la misma forma (máquina, la dos por los lados, la tres por arriba, gracias). Nunca comprendí conceptos que para algunos de mis amigos del colegio eran tan básicos como el gel, el acondicionador o el cepillo. Jamas me preocupé por mirarme mas de 30 segundos en un espejo y moverme el pelo como un idiota, pensando tal vez que de tanto molestarlo de pronto iba a decidir ser algo diferente a lo que la genética había determinado para mi. Vivía (y vivo) en una dulce ignorancia estilística de la que no quiero salir pese a los intentos desesperados de las mujeres de mi vida.

Sobra decir que las las peluquerías "chic" son para mi una mezcla entre tortura y pensar todo el tiempo "esto mismo lo puedo conseguir por 5.000 si busco bien". La segunda parte se explica por si misma, si en cualquier sitio la instrucción es idéntica, si odio hablar con el peluquero y si nunca me tomo mas que un vaso de agua ¿Cuál es el valor agregado de los 20.000 que le doy de más al señor estrato 6 por mi humilde corte clase media? Con esos 20.000 puedo cortarme el pelo todo un año y me queda para los buses.

Pero me desvío del tema. Lo importante aquí es que se trata de una tortura. Es un ejercicio de recordarme lo poco sofisticado que soy, lo seco que esta mi cuero cabelludo y lo urgente que es "hacerme las uñas" (como si no estuvieran hechas ya). Porque seamos sinceros, las peluquerías caras no viven de cortar el pelo a incautos como yo. Viven de convencer a otros incautos que necesitan no una, ni dos, sino tres o cuatro "limpiezas faciales" con extracto de alguna mata de mida, cada una a 50.000, muchas gracias.

Supongo que toda esta retahíla solo me hace ver como el hombre poco sofisticado que soy y que el peluquero descubre tan pronto me siento y le doy la instrucción. "¿De verdad? La maquina le hace salir el pelo más seco y puntudo, mejor hagamos el corte con tijeras y no tan bajo como me lo pidió" a lo que me dan ganas de responder "si ya sabía como cortarme ¿Para que me pregunta?". Lo que sigue es un ejercicio de esperar 45 minutos a que me hagan algo que no pedí, con alguien que me habla de cosas que no me importan, alaba lo lustroso de mi pelo (orgullosamente cortado durante 15 años con la máquina que no quiso usar) e intento que la diligente niña comprenda los siguientes hechos muy importantes:

1. No me voy a hacer las uñas, sin importar que tantas miradas de reproche reciba
2. La exfoliación con eucalipto me parece algo aburridísimo.

Al final de todo debo sonreír y esperar que mi novia pague. Ella, que si comprende y disfruta con todo el ritual es quien me invitó y yo, claramente, no puedo decir que no a un regalo, por muy sofisticado que este sea.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Blogeando desde mi cama

Son las 11:30 de la noche de un viernes. Tal vez debería estar en algún sitio bebiendo cerveza y escuchando música con mis amigos de toda la vida y de tiempo reciente. En lugar de eso me encuentro acostado, sintiendo el abrazo tibio de las cobijas de la cama que comparto con el amor de mi vida.

Llevo, literalmente, años sin escribir nada por aquí. Ya debe estar lleno de telarañas metafóricas que debería estar quitando pacientemente. La pregunta que surge justo ahora es ¿Qué hago escribiendo aquí un viernes a las 11:30 de la noche? La verdad es que no tengo una respuesta concreta.

Si esta pagina fuera mi diario diría que estoy contándoles a todos lo que pasa en mi vida. Pero "estoy acostado escribiendo" no cuenta como algo interesante o único. Probablemente muchos estén ahora en la misma situación. La verdad, mas sencilla y menos interesante, es que acabo de descubrir que puedo componer cosas desde mi teléfono y publicarías aquí.

Es el control remoto de mi vida y no sé si eso debería parecerme prometedor o preocupante. Mientras lo pienso voy a irme a dormir. Tal vez mañana tenga cosas mas interesantes que contar o tal vez vuelva a pasar otro año completo hasta que vuelvan a saber de mi...

...¡Oh, el suspenso!

miércoles, 23 de febrero de 2011

Estadísticas

Dicen que la información es poder. No sé bien quién lo dice, pero si es cierto que lo dicen, y mucho. Como economista soy fiel creyente de esa frase, tener buena información nos da el poder de tomar buenas decisiones. Estadísticas correctas nos confieren el poder de tomar decisiones acertadas, no solo prediciendo el futuro sino aprendiendo de los errores pasados. También podemos cambiar las cosas sobre la marcha. Y, mucho más importante, si conseguimos el objetivo sabremos por qué, si fracasamos, sabremos por qué.

Toda esta carreta para una breve reflexión sobre bajar de peso. Uno de los mecanismos de intervención más poderosos es llevar un diario de lo que uno come y del ejercicio que uno hace. Otro es pesarse todos los santos días para ver cómo afectan las decisiones que uno toma el proceso de bajar de peso. Debido a esto uno encuentra mil soluciones posibles. De baja tecnología como anotar lo que uno se come en un cuaderno hasta una pesa que se conecta a internet para almacenar el peso, BMI y porcentaje de grasa; todo se puede consultar desde su iPhone, iPad o aparato de su preferencia.

Se vuelve entonces un problema de escoger el mecanismo más acertado para hacerlo. Personalmente me gustaría usar páginas de internet en las que uno mete la información de lo que come y, mágicamente, le dice cuantas calorías, sodio, grasas trans, vitaminas y demás ha metido en su cuerpo. He comenzado a usar unos tres o cuatro de estos sitios, comienzo muy entusiasmado pero después de un par de semanas descubro algo horrible: no sé decir "morcilla", "pandebono", "morrillo" o "fritanga" en inglés. Tampoco sé exáctamente cuántos gramos comí de cada cosa y, por más grande que sea la base de datos, es imposible registrar un Chocoramo de forma certera.

Además, ya antes logré bajar de peso sin necesidad de llevar un diario (30 kilos, para ser exactos, a lo largo de un año) ¿Por qué habría de necesitarlo ahora? La respuesta es sencillísima: mi mamá ya no me prepara la lonchera ni la comida. Ahora tengo que participar activamente haciendo el mercado y decidir cuáles son las cosas que quisiera o no comer, me puse la tarea de mirar la información nutricional de cada cosa que como e intento calcular cuántas calorías tiene cada plato. Esto es algo imposible de hacer si no sé lo que he comido ya que, siendo sinceros, mientras uno come no quiere pensar que el morrillo es la parte de la res con más grasa (por eso es tan delicioso) o que la cafeína puede causar estragos en la forma como metabolizamos lo que comemos. Eso se hace después, con la cabeza fría y el estómago lleno.

Por eso una de las cosas que comencé hoy, junto a escribir en este blog, fue un diario con las cosas que he comido. Muchas personas piensan que es algo enfermizo vivir pendiente de lo que uno come, yo era uno de esos. Creía que era atroz ver a la gente preocupada por cuántas calorías come o quema y asumía que era innato del ser humano saber cuánto comer y cómo comerlo. Si eso fuera cierto McDonald's habría quebrado ya, no encontraríamos comida empaquetada y yo no estaría haciendo todo esto en primer lugar.

Además, el asunto de las calorías apela a mi instinto de economista: 7000 calorías son un kilo aproximadamente, así que, para bajar un kilo debo comer 7000 calorías menos (lo ideal es medio kilo cada semana). También debo tener en cuenta que un ser humano de mi edad debe ingerir unas 2000 calorías al día y de mi depende si quiero que 1200 de esas calorías sean hamburguesa con papas y gaseosa o si quiero que sean tres comidas bien preparadas y meditadas. Vamos a ver hasta donde llega el impulso y, si encuentro la inspiración, de pronto se pueda plantear un modelo empírico de "elecciones óptimas de comida con una restricción de X calorías diarias".

martes, 22 de febrero de 2011

114

El título de esta entrada es mi peso en kilos. Debería ser 85, máximo.

Lamento decepcionar a los que entran aquí buscando una opinión sesuda sobre política o que están desesperados por entender por qué la tabla de fletes es un invento del demonio. También lo lamento por quienes querían leer un ensayo crítico contra la religión y explicando paso a paso las razones por las cuales algún representante divino me parece el peor ser humano que haya existido (aparte: la figura que define este blog debería ser la hipérbole). No voy a dejar de lado esos temas, una persona como yo todo el tiempo encuentra razones para quejarse. Sin embargo, hoy voy a aprovechar este sitio para otra cosa. Pero antes, como siempre, un poco de contexto.

Creo que 8 de mis 10 lectores me conocen en persona y, si me conocen hace suficiente tiempo, sabrán que soy de las personas que se emociona con algo, lo usa hasta cansarse y luego lo deja. ¡Este blog es una muestra de eso! Otra cosa que sabrán de mi es que toda mi vida he sido gordo. A veces he sido más gordo que otras veces, pero creo que nunca en mi vida es estado en lo que puede llamarse un peso "normal" (Índice de Masa Corporal entre 18.5 y 24.9). Siempre he estado por encima (a veces bien por encima) de 28. Y, si bien el IMC es solo un número, también es cierto que la gente que lo tiene más grande suele morir más jóven y de cosas más horribles. Mi conclusión es que, más allá de consideraciones puramente estéticas, no quiero ser uno de esos.

Así que, una vez terminado el contexto, vamos al grano. Al parecer hablar de la intención que tiene uno de bajar de peso se correlaciona positivamente con bajar de peso. No es algo que me extrañe del todo: si la gente que me rodea sabe lo que estoy intentando probablemente se sienta menos inclinada a ofrecerme un trago más o a pedir pizza cuando están conmigo. También es probable que me ayuden a reflexionar que, tal vez, una hamburguesa con doble queso y tocineta no sea la mejor opción.

Usaré este pequeño espacio para hablar de las cosas que hago, de las cosas que dejo de hacer, de lo que leo, de lo que oigo, de lo que como y de lo que dejo de comer. Esto me servirá un triple propósito:
  1. Espero poder compartir lo que hago con ustedes. No hay nada como la presión social para conseguir grandes cosas
  2. Volveré a escribir. Dado que cambiar un estilo de vida es cuestión de todos los días tendré que sentarme a escribir todos los días. Siempre habrá aquí una pequeña reflexión sobre esto y, con algo de suerte, habrá una entrada sobre algo más
  3. Escribiré sobre más cosas. Ya sé que tenía mamado a más de uno hablando mal de Mockus, diciéndole idiota a todo aquel que no entiende por qué la globalización es algo bueno y burlándome de las creencias de los demás. No dejaré de hacerlo, solamente habrá más variedad en todo este asunto
Por ahora disfrutaré de la idea de que esto es algo que escribo solo para mi y la ilusión de que nadie lo lee después de más de un año sin tocarlo.

lunes, 30 de agosto de 2010

¿Por qué Totto hace sus maletas en China?

Una de mis nuevas aficiones es Twitter y, como casi media Colombia, una de las personas que sigo es uno de los mejores caricaturistas de Colombia: Vladdo. Una de sus más recientes observaciones tiene que ver con el hecho de que las maletas de Totto (una marca famosa en este país) son hechas por una maquila en China. De sus tweets se pueden inferir dos cosas, una que considero válida y otra no tanto, al menos no sin analizarlo con mayor detenimiento: la primera es que Vladdo está dispuesto a "premiar" a una firma con su compra si esta hace algo que él considera loable, como contratar mano de obra colombiana. Esta es una posición válida en la medida que la mano de obra nacional es una característica importante de los productos que compra; no solo quiere que sean resistentes o que sean de buen tamaño sino que sean elaboradas de cierta forma. Si él está dispuesto a pagar más por ese detalle, bienvenido sea.

La segunda cosa que se puede inferir es que Vladdo considera que el desempleo en Colombia es culpa de las firmas que contratan mano de obra en China. Superficialmente no es algo tan controversial: por cada empleado chino que Totto contrata hay un empleado colombiano que podría trabajar para Totto pero no lo hace. El argumento es tan sencillo en apariencia que el mismo Vladdo dice que no lo puede comprender y que por eso lo llamarán imbécil. Bien, no le diré imbécil, más bien le diré acelerado en sus apreciaciones y que vale la pena revisar la cadena de eventos que llevan a Totto a contratar en china y la cadena de eventos que se derivan de esta decisión. También vale la pena preguntarnos como sería un mundo en el que Totto contrata todo su trabajo en Colombia (no es un mundo miserable, tranquilos, solo diferente). Admito desde este segundo párrafo que el análisis es puramente hipotético y algo simplificado. Sin embargo, no hay que pensar que por eso es menos válido; digamos que, igual que pasó con la relatividad, podemos hacer un ejercicio mental y luego esperar que lleguen los datos para comprobarla.

La costosa mano de obra

Para comenzar es necesario preguntarnos ¿Por qué Totto manda a hacer sus maletas y prendas de vestir en China? La respuesta es simple: es más barato. Si, así de cínico es el mundo de los economistas, si algo es más barato lo vamos a comprar. Vamos a reflexionar un momento sobre la respuesta: pagarle a una fábrica en China, pagar los fletes hasta Colombia, pagar los gastos de aduana y pagar el transporte desde Buenaventura hasta sus centros de distribución es más barato que pagarle a una fábrica colombiana para hacer los dichosos accesorios. La mano de obra nacional es más costosa que la china porque está, en promedio, más calificada que la china y por lo tanto exige un salario mayor para emplearse como tejedor de maletas. También es más costosa porque los empleadores deben pagar diferentes impuestos, deben contribuir a la seguridad social de sus trabajadores y deben pagar al SENA (capacitación) y al ICBF (cuidado de los niños). Todo lo anterior quiere decir que por cada 500 mil pesos que recibe un empleado el empleador debe pagar algo más de 1 millón. Ahora, no vayan a decir que soy uno de esos economistas malvados que creen que los niños pobres deberían pasar hambre. El pago de los parafiscales y la seguridad social es algo importante que no puede dejarse de pagar, pero también creo que podemos admitir que son gastos que afectan fuertemente la decisión de a quien contratar. Tanto la afectan que es más barato pagarle a una maquila en China y transportar maletas a través de medio mundo.

El salario mínimo tampoco ayuda mucho. Brevemente (porque esta es otra discusión en sí misma), el argumento a favor de salario mínimo es que hay que garantizar unas condiciones de vida mínimas para los trabajadores y estas condiciones de vida cuestan un número elegido discrecionalmente hace unos 50 años y que aumenta junto al nivel de precios cada año. ¿Cómo afecta esto la decisión de Totto? Supongamos que durante su primer año de existencia Totto decidió contratar a todos sus trabajadores en Colombia y les pagaba por encima del salario mínimo (digamos que ese primer año el salario mínimo eran $100 y el sueldo $110). El segundo año de sus existencia la economía creció (y con ella las ventas de Totto), como hay mayor producción las firmas compiten por contratar mano de obra así que Totto, para evitar que se vayan sus trabajadores, sube su salario a $125 mientras que el salario mínimo sube a $110. Al tercer año hay crisis y Totto comienza a perder plata. Después de recortar gastos en diferentes áreas descubre que para seguir operando debe pagar a sus empleados $115 pero el salario mínimo ya es $120. En esta situación la solución es obvia, Totto le dice adiós a sus empleados (o a una buena parte de ellos), sube el sueldo a los que quedan y el resto de la producción se va a China. No es noble, lo admito, pero si ustedes fueran los dueños de Totto probablemente harían lo mismo ¿O van a ver a sus hijos pasar hambre por amor a la patria?

¿Qué hacemos entonces? No podemos acabar con los parafiscales porque nadie en su sano juicio diría que el SENA y el ICBF son entidades prescindibles. Podríamos, como han sugerido algunos, desmontar las exenciones al capital para darlas al trabajo. Esta segunda opción puede ser útil pero tiene el problema de que si las firmas no invierten en tecnología sus empleados nunca serán igual de productivos a los chinos (recordemos que en china es más barato no solo por los sueldos de miseria sino porque tienen las máquinas para producir) y esta es una brecha que tiende a ampliarse corriendo el riesgo de quedarnos sin el pan y sin el queso. Podríamos desmontar el salario mínimo, una decisión económicamente razonable pero que traería consecuencias sociales y políticas desastrosas. También podríamos dar mejor capacitación a nuestra mano de obra: un empleador puede estar dispuesto a pagar más por un empleado que produce más en el mismo tiempo. O también podríamos (¡Horror de horrores!) dejarnos de preocupar por hacer maletas y dedicarnos a producir otras cosas en las que si tengamos algún tipo de ventaja y para lo cual no se requiera destruir la economía; no tenemos que hacer de todo ¿sabían? Si, podríamos construir computadores pero ¿Para qué? Taiwán los hace más baratos, más bonitos y mejores.

Un mundo sin China

Hagamos otro ejercicio: supongamos que, a partir de ahora, Totto decide que solamente va a contratar mano de obra nacional. Después de mucho meditarlo decidió que lo justo es contratar trabajadores nacionales para hacer el trabajo sin importar el costo. El primer efecto de esta decisión son, por supuesto, maletas más costosas. No crean que Totto es tan noble de pagar de sus utilidades el costo extra de la mano de obra, esa platica sale directamente de nuestros bolsillos. Tal vez no salga toda porque, finalmente, podemos vivir sin maletas, pero si saldrá una buena parte. Los colombianos patriotas que se preocupan por sus cohabitantes de país dirán "no me importa, con tal de que sea hecho en Colombia estoy dispuesto a pagar $50 mil más por una maleta". Los demás colombianos no tan patriotas o para los que $50 mil son el 10% de sus ingresos dirán "mejor me compro esta maleta totoo's, hecha en China que me sirve para lo mismo y me cuesta la mitad" o las comprarán de segunda mano al amigo/primo/tío que se la deja barata. En ambos casos hay ventas que Totto ya no percibe y, por consiguiente, sus nuevos empleados colombianos tampoco. Para suplir estas ventas que hacía pero ya no hace puede despedir parte de sus empleados (ya que, por ley no puede bajar su sueldo), bajar la producción y subir los precios por sus bienes. Así entrando en un círculo vicioso lo más de interesante que, en un caso extremo, termina con una firma quebrada y sus empleados en la calle, en el mejor de los casos vuelve a contratar con una maquila China la producción.

El anterior es solamente el efecto inmediato, pero el aumento en los costos de las firmas tiene repercusiones a lo largo de todo el sistema económico. Vamos a simplificar el mundo y digamos que solo existen Totto (el fabricante de maletas) y Arturo Calle (el fabricante de ropa). Digamos también que cada persona en este mundo tiene $100 para gastar entre maletas y ropa ¿Qué pasa cuando el precio de las maletas sube? No solo que se compran menos maletas sino que se compra menos ropa (la ropa no sustituye a las maletas) y, como se vende menos ropa, Arturo Calle no va a hacer tanta y eso quiere decir que algunos de sus empleados van a sobrar. Suena totalmente ilógico, pero mandar a hacer maletas en China evita, en algunos casos, que haya un desempleo aún mayor al que ya tenemos. Sé que probablemente no me crean y digan "pero claro que le dio eso, con ese montón de suposiciones cualquier cosa le puede dar". A ese comentario solo tengo una respuesta: la ciencia en la que se fundamenta la ingeniería responsable del computador en el que leen esto también se apoya en bastantes supuestos (algunos tan fuertes como la existencia de partículas subatómicas, cosa que hasta hace realmente poco tiempo pudimos "ver") y eso no lo hace menos útil ¿O si?

miércoles, 14 de julio de 2010

Si lo legal fuera lo justo...

Creo que a estas alturas del partido todos sabemos bien la historia de la demanda de Ingrid Betancourt. Si se lo han perdido pueden ver la revista Semana, El Tiempo, El Espectador o casi cualquier otro medio de comunicación en Colombia (y creo que también francés). Resumiendo tenemos que Ingrid fue secuestrada, Ingrid fue liberada e Ingrid demandó al Estado por $15 mil millones. La tercera parte es la que realmente importa. Tan pronto se hicieron públicas sus intenciones se armó la de Troya: los más moderados pidieron que se retractara de la demanda, los más agresivos pidieron devolverla a la selva. Por uno y otro lado se habla de su cinismo y su avaricia desmedida, no solo de gente ofendida en Facebook y en Twitter sino de sus dos ex esposos (el colombiano y el francés) y de uno que otro como Vladdo o Maria Jimena Duzán que, en condiciones normales, serían tildados con los mismos adjetivos que muchos usaron para Ingrid.

Una vez comienza este proceso se hicieron escuchar las voces que llamaban a la cordura. Aterradas por el "linchamiento" al que se estaba exponiendo a Ingrid y pidiendo algo de mesura. Bien, yo también creo que es justo llamar a la mesura: solo un idiota podría proponer en serio que la devuelvan a la selva. Es más, solo un idiota involucraría a Piedad Córdoba (busquen y no demoran en encontrar fotomontajes) y eso muestra más la voluntad de ser violento en nombre de la violencia. Hasta aquí estoy de acuerdo con este texto de Clara López en La Silla Vacía que ha comenzado a hacer carrera como el caballito de batalla de los que llaman a la cordura, el respeto y la tolerancia. Si me conocen bien saben que pienso que por lo menos dos de esas tres están sobrevaloradas y, en mi humilde opinión, esa entrada comete la misma idiotez de los que meten a Piedad Córdoba en este asunto. Véamos.

La primera señal de que las cosas van mal es el título del texto "El triunfo del estado de opinión" en una clara alegoría al actual gobierno. No voy a entrar a defender ni a atacar a quien ya casi deja de ser Presidente pero creo que es evidente que la autora quiere ligar todo este escándalo a una postura política. La pregunta que quiere que sus lectores se hagan es "¿Soy una más de las ovejas que siguen a Uribe sin dudarlo?" aún cuando no tiene nada que ver. Es una forma de invalidar los argumentos al asociarlos con un personaje (o actitud) que se percibe como no deseada. El caso extremo titularía como "El triunfo de Hitler" un artículo sobre el catolicismo (dado que Hitler era católico). Si bien es una caricatura la hago para ilustrar mi punto: el catolicismo no es más o menos válido porque Hitler fuera o no católico así como mi reacción sobre la demanda de Ingrid no es más o menos válida por ser uribista o no.

El segundo problema que tengo con el texto es su apelación a la ley. Si, la ley dice que ella tiene todo el derecho de salir y demandar al Estado. Es el mismo derecho que tenían los que demandaron en todos los demás casos de desfalco al Estado ¿Eso lo hace moral? ¿Eso lo hace aceptable? La plata de Agro Ingreso Seguro (AIS) que fue entregada a la gente con más plata de Colombia se hizo de forma completamente legal. Usaré exactamente la misma frase de Clara López "atengámonos a los hechos, no a los gustos". Los hechos son que, tal y como estaba diseñado el programa, fue completamente legal. Vuelvo y pregunto ¿Eso lo hace moralmente aceptable? Un ejemplo final, también extremo pero tristemente real, hoy en Colombia puedo pagarle a una niña de 14 a 17 años para tener sexo conmigo. Si la policía nos descubre ella va a la cárcel y yo no ya que en ningún sitio dice que es ilegal pagarle a una niña por sexo (o así era hasta hace un año según Séptimo Día). Si el papá de esa niña me descubre y me golpea puedo demandarlo y muy probablemente la ley me dé la razón ¿Es justo? ¿Debería la sociedad quedarse callada? ¿O debería recurrir al "linchamiento" colectivo para hacer cambiar las normas?

La última anotación es la que más me sorprende estar haciendo. Especialmente porque no soy fanático de las marchas y otros tipos de manifestaciones populares. Ya al final, en la conclusión de su texto, la autora dice con algo de soberbia que "le produce tristeza en el alma de colombiana" y que "le resulta lamentable" que a los ciudadanos "les resulte más fácil triunfar como linchadores en un Estado de opinión". Entonces ¿qué hacemos? ¿Cruzarnos de brazos y ver como se va la plata en demandas frívolas? ¿Por qué no se indignó por los ataques a los hijos del Presidente cuando recibieron una zona franca? ¿Por qué no se quejó del "linchamiento" al que fue sometido Andrés Felipe Arias a raíz de AIS? Hay algo de hipocresía en la indignación porque siempre es selectiva. Nunca me indignan las cosas que están más cerca de mi espectro ideológico pero siempre me indignarán las cosas que haga quien se opone a mi. Me indignaría, de no ser porque sé que soy culpable de exáctamente lo mismo.

Nadie obligo a Ingrid a desistir de sus intenciones, cada cual expresó su opinión de forma descentralizada y libre. No desconoceré la ayuda que dieron los medios de comunicación, pero decir que sin ellos no habría generado tanto escándalo sería una ridículez. La señora Betancourt decidió, ella sola, desistir de su demanda, muy seguramente por la presión de la opinión pública. Eso, para mi, es una buena señal. Ya vimos que este tipo de "linchamientos" por el que hoy se dan golpes de pecho le costó bien caro a Andrés Felipe Arias y lo ideal sería que la gente se levante y opine cuando las leyes no los representan. Me gustaría vivir en un país donde la gente reacciona así cada vez que se entera que un cartel de demandantes va a desangrar al Estado gracias a "lo legal" y que así se frenaran las decisiones que enriquecen a unos pocos con la plata de todos los demás.

Tal vez, solo tal vez, gracias a este episodio contemos con leyes como la francesa que cobra el rescate si su secuestro fue resultado de exponerse. O como la alemana, que le cobra al rescatado todos los gastos de su liberación. Sería legal pero ¿sería justo?

jueves, 3 de junio de 2010

Pensamientos electorales II (o como pararse en hombros de gigantes)

Ayer hablé de los verdes, hoy hablaré de los Santos. Ya la introducción la hice ayer así que sin más palabrería, a lo que vinimos

Solo los idiotas no cambian de opinión...

...a menos claro que quien cambia de opinión sea el rival de uno. La campaña de Santos (tanto a nivel central como sus seguidores individuales) han sabido aprovechar cada cosa que dice Mockus para hacerla parecer como algo malo y obligarlo a retractarse. Que dijo que no era muy religioso y luego le tocó salir a un cardenal a certificar que si lo era. Que dijo que le pagaba un millón a los médicos y luego le tocó salir al presidente de la asociación colombiana de médicos generales a decir que no importaba. Que iba a extraditar al presidente y luego le tocó salir a decir que la pregunta lo cogió en el calor del momento.

Mi pregunta es ¿por qué los santistas hacen esto? Especialmente si tomamos en cuenta que Santos era liberal y luego intentó tumbar a Samper (el último presidente liberal que ha tenido Colombia). Era el promotor número 1 de la zona de distención y luego se volvió la personificación de acabar la guerra a tiros. Fue el responsable de estabilizar económicamente a Colombia durante Pastrana (y fue de los primeros liberales en irse a formar la Gran Alianza por el Cambio) y luego sale a decir que ese fue el peor gobierno de la historia reciente. Era el principal opositor del primer referendo (hasta, más o menos, 2005) y luego fue el que creó el partido que aglutina a todos los caciques que se iban a quedar sin partido por apoyar a Uribe. Comenzó su campaña tomando distancia del presidente (de ahí el color naranja) y ahora hace hasta lo imposible por mostrarse como Uribe encarnado.

Cuando a su debido tiempo Noemí Sanín (otra persona que no brilla precisamente por su estabilidad política) le hizo notar lo poco coherente que era le dijo una de las frases que menos se han repetido en esta campaña "solo los idiotas no cambian de opinión". A menos, claro, que la opinión que cambie sea la de Mockus.

En cuerpo ajeno

No dudo que Juan Manuel Santos sea un tipo inteligente y capaz. De hecho, casi todos los perfiles que rondan sobre él (incluso los más negativos) parecen estar de acuerdo en eso. Lo cual solo hace más incómoda la imagen de Santos como una prolongación de Uribe ¿Dónde están sus propuestas originales? ¿Dónde están los ajustes y cambios que espera hacer cuando llegue al poder? ¿Hay algo más a parte de decir y repetir "soy el sucesor de Uribe"? Hasta donde recuerdo estamos eligiendo presidente y no validando una sucesión real.

La tapa de esto es utilizar un imitador del presidente para hacer publicidad ¿Qué sigue? ¿La bandera? ¿El escudo? ¿Cambiar el animal nacional? Lo peor de esto es que la estrategia de ser la reelección en cuerpo ajeno le ha salido a la perfección. Cuando comenzó la campaña y Santos buscó distanciarse de la imagen de Uribe comenzó a descender despacio. La masa uribista ha salido a votar por él y no ha pensado que, aunque el gobierno que termina es en general bueno (tanto que la mayor parte de los candidatos afirmaron que mantendrían muchas cosas), hay muchas cosas que deben cambiarse y afinarse. Solo queda esperar que si sale electo, como indica casi todo, sepa distanciarse.

Votos, lechona, y otras indelicadezas

No soy de los que cree que todos los votos de Santos hayan salido de gente a la que le pagaron. Pero tampoco creo que ninguno de los votos de Santos haya tenido algo más detrás de ellos. A mi no me corresponde hacer la investigación ni emitir juicios, eso es algo que (espero) asumirán las autoridades electorales competentes ¿Por qué no vimos más denuncias por parte de los seguidores de Santos? La campaña de Mockus se ha pegado de que el naranja es el candidato del "todo vale", incluso torcer la ley cuando es necesario. La idea de que ninguno de sus partidarios denunció nada (o no muchos, no tengo datos) deja mucho que desear y llena de argumentos a los opositores. Peor aún, en el caso de asumir la presidencia lo deja con una herida de legitimidad profunda ya que los perdedores no estarán inclinados a aceptar su derrota y hacer oposición seria (léase: todo lo contrario a los idiotas que salen a balbucear sobre titanio 4).

La revolución industrial

Todos los analistas políticos salieron el lunes a proclamar el triunfo de las maquinarias uribistas a favor de Santos. Eso es algo obvio, como cuando El Tiempo sale a decir que apoya a Santos. Hoy haré de abogado del diablo e intentaré poner las maquinarias en perspectiva, esto es, mostrar que no todas son perversas y que otro de los factores en el triunfo de Santos fue saberlas mover (algo que puede hacer Mockus, si se pone las pilas).

En el imaginario colectivo el término "maquinaria" se asocia con el voto amarrado, de gente que obligada o pagada por un "cacique" obedece ciegamente. Poco se habla de que estos votos amarrados no necesariamente obedecen a gente pagada o a gente obligada. Muchas de las personas que siguen ciegamente a algunos líderes regionales lo hacen porque son ellos los encargados de velar por los intereses de una comunidad en particular. Si al pueblo X le hacía falta un puente y el candidato Y realizó las diligencias para construirlo ¿Por qué debería esa comunidad votar por algún otro? Ya el candidato Y demostró que está dispuesto a escuchar las necesidades de la comunidad y que tiene como satisfacerlas.

Me ahorraré el debate de como lo logró, en este caso es irrelevante. Lo importante en este caso es que la gente elige a un candidato que solucione sus problemas. En algunos casos estos son el hecho de que Colombia tenga un índice de corrupción que da pena. Pero en otros, muchos otros, el problema es que no hay un camino para llevar la cosecha a la central de abasto más cercana, que hace falta un colegio o que no hay energía eléctrica ¿A alguien de verdad le sorprende que Uribe sea el presidente más popular de la historia de Colombia cuando va cada 8 días a escuchar durante 12 horas seguidas a la gente? Que sea saludable para la democracia es otra cosa (y espero que Santos le baje a eso) pero es lo que la gente quiere.

Y, por cierto, antes de que vengan con el comentario de los ignorantes que votan por promesas les recomiendo salir a educarlos (con educación todo es posible ¿No?)

Me negarás tres veces antes del amanecer

Si le creemos a diferentes analistas la mitad de Cambio Radical votó por Santos en primera vuelta. Igual que casi todos los liberales y conservadores. Igual que el PIN, quienes decidieron no hacer pública su adhesión aunque tampoco hay que tener tres dedos de frente para saber por quien iban lo quisiera Santos o no (lo más probable, por supuesto, es que quisiera). Aunque defendí a las maquinarias arriba aquí las atacaré un poco ya que este tipo de comportamientos son bastante peligrosos y se puede continuar el unanimismo tan aburridor y corrosivo.

En un mundo ideal, los políticos se adhieren a Santos porque creen en su programa y porque consideran que es la mejor opción para responder a las necesidades de la comunidad que los eligió. No diré que ninguno lo hace, creo que alguno que otro está con Santos sin necesidad, pero más de uno está porque es el árbol que da mejor sombra. Si la votación del domingo hubiese sido otra, estarían todos diciendo lo mucho que querían a Mockus desde el comienzo. Esto crea un escenario donde la gente que rodea al candidato (eventual presidente) no son más que una manada de validadores de todo lo que el presidente hace (como la corte de la reina roja en Alicia en el País de las Maravillas). Para gobernar bien hay que poder ver los propios errores y corregirlos a tiempo, algo difícil cuando todo el que lo rodea a uno, temeroso de quedarse sin puestos, no hace más sino alabar las maravillas de lo que hace.

Pensamientos varios

Ahora las cosas sueltas
  • Lo más acertado que hizo Santos durante la campaña fue cambiar de estrategia. Tan pronto vió que las cosas iban mal, se tragó su orgullo y replanteó lo que hacía. Nuevamente, todo vale, pero también hay que saber cambiar el rumbo.
  • Cada vez que Santos sale a decir lo mucho que cree en dios y lo buen católico que es muero un poco por dentro ¿estamos eligiendo presidente o cardenal?
  • A riesgo de parecer lambón: el discurso de Santos al conocer los resultados lo hace quedar como el "mejor hombre" que invita a limar asperezas y olvidar los insultos que le han hecho, aún cuando el 90% de los rumores durante la campaña salieron de parte de aliados de Santos y contra Mockus
  • Espero que el gobierno de "unidad nacional" sea realmente algo concertado y que disminuya un poco la polarización tan violenta en la que vivimos. No estoy diciendo que se deba extinguir la oposición, pero si me parece que cuando la gente se va a los puños cuando se habla de política es un mal síntoma.
  • ¿Por qué no sale a decir de frente que no quiere los votos del PIN? Tampoco es que se vayan a ir a votar por Mockus (esto es algo que debería aprenderle Santos a Mockus)
  • Los santistas pasaron de amar las encuestas a odiar las encuestas en el lapso de una semana. Es más, el primer argumento contra Mockus era que tenía solo el 4% de intención de voto. Poco, pero en todo caso el doble de lo que tenía Uribe en 2002
  • ¡Casi se me olvida! Los seguidores de Santos que en lugar de debatir se ponen a ver quien es el más "machito". Me caen peor que los verdes que se ofenden fácil ya que los últimos al menos intentan abrir un debate.

Y bien, esto fue Santos. Mañana (o el lunes) Cambio Radical, el PDA, Pardo y Noemí.