viernes, 25 de diciembre de 2009

Heme aquí de nuevo, atraído por una luz temblorosa que se ahoga en un mar negro...

Casi termino el año sin regresar aquí. A veces se necesita un pequeño empujón para hacer, dejar de hacer o volver a hacer algo. Dejar de escribir no pasó por un pequeño empujón, simplemente sentí, de pronto, que no tenía muchas cosas interesantes para compartir. Si no hay nada interesante qué contar, pues mejor no contar nada en lugar de aburrirme a punta de escribir mal. Hoy vuelvo a escribir gracias al Papa. Pero, contrario a lo que todos pueden creer, no es nada de religión... ni siquiera es sobre el Papa.

Navegando como estaba hoy sin mucho que hacer encontré a alguien que comentaba un ataque al Papa. Como estoy en vacaciones desde que me fracturé la nariz decidí dejar de leer noticias. No me he enterado de muchas cosas, entre ellas la caída del Papa. En condiciones normales lo habría sabido a las 8 de la mañana cuando reviso las páginas de noticias. Como me pareció una noticia curiosa decidí buscarla y, justo al lado de un video borroso donde no se ve nada había una "noticia" en video con el título "avistamiento Ovni en Villeta". Curioso di click y por eso vuelvo a escribirles unas pocas cosas.

Para dejar claro todo de una vez, soy un escéptico casi completo y los OVNIs están, para mi, en la misma categoría de la homeopatía, la astrología, la religión y el tarot: mentiras todo hasta que alguien demuestre lo contrario. El término OVNI es un acrónimo para denotar objetos voladores no identificados y, solo puedo especular (aunque no creo que se necesite ser un genio), lo habrán inventado los pilotos u operadores de radar cuando se cruzan con un objeto que no pueden identificar.

Algunos de estos objetos eventualmente se identifican y resultan ser cosas bien mundanas: globos metereológicos, faros de esos de navidad, aviones, pájaros y quien-sabe-qué-otras-cosas. Muchos se deben quedar sin identificar, a menos que se trate de un peligro inminente (como una guerra) no hay mucho afán en descubrir de que se trata y la gente se va a ocupar su tiempo en otras cosas. Ciertos personajes se empeñan en saber de qué se trata todo el asunto e "investigan". Las comillas las pongo porque son "investigadores" que ya saben la conclusión a la que van a llegar: son naves extraterrestres, interdimensionales o habitadas por algún otro ser extraño (según algunos comentaristas de eltiempo.com podrían ser soldados venezolanos).

De aquí en adelante todo se vuelve una bola de nieve de estupidez que, hay que admitirlo, llega a ser bastante graciosa (en alguna ocasión escuché a alguien afirmar, totalmente convencido, de que el Vaticano estaba próximo a anunciar que Jesús fue un extraterrestre). También son un ejemplo del poco espíritu crítico que acompaña a todo el mundo. Todos tenemos una historia de OVNIs: un amigo de un amigo que vio uno, un video borroso que mostraron en un programa, los Archivos X, libros de JJ Benitez... pueden escoger, hay de todas las formas y para todos los gustos. Usualmente con "pruebas" que 1) un niño de 5 años puede decir como se hicieron o 2) son de tan mala calidad al punto de ser inútiles.

Volvamos al video por un instante ¿Observan algo extraño? No, no son las luces... tampoco es la imagen temblorosa... si se han rendido en este momento les digo: no hay ni un solo punto de referencia en el video. Por todo lo que se ve puede ser un tipo vestido de negro con una linterna, un avión o una luz de navidad.

¿El editor de la página no pensó en eso? Evidentemente no. O bueno, tal vez si lo hizo porque estaba seguro de que más de uno iba a hacer click y ver la publicidad que acompaña al videito. No soy quien para afirmar que es falso o verdadero ni que esas luces en efecto no son de una nave llena de hombres grises o verdes. Pero creo que no soy el único que se ha dado cuenta de que a medida que tenemos un acceso más grande a grabadoras de video los videos de OVNIs son cada vez una proporción menor y menor. Pregunto: si en realidad nos estuvieran monitoreando hombrecitos verdes ¿no deberíamos contar con mejores videos que una luz temblorosa en un fondo totalmente negro? Yo pienso que si, pero bueno, tal vez sencillamente se han vuelto mejores para esconderse a medida que nos hemos vuelto mejores para encontrarlos (o a medida que mejoran las explicaciones alternativas más simples).

jueves, 10 de diciembre de 2009

Un asunto de fe

Después de un largo debate suscitado por un vínculo publicado en mi facebook (que pondré en la noche cuando pueda acceder a él) sobre la religión mi interlocutor me hace una serie de preguntas bastante, bastante buenas, que me gustaría responder. Como ya no quiero seguir alargando el asunto en facebook y además me parece un tema interesante (y para revivir mi blog) decidí darle la respuesta por aquí.

Resumo brevemente mi postura: a la fecha no he visto una prueba realmente interesante que muestre que existe algún dios. Ninguno. Aclaro que esto se refiere a la existencia de un dios que interviene en los asuntos de los hombres de forma activa y por lo tanto es sujeto a medirse o experimentarse. La cuestión sobre un dios que lo creó todo y se fue o que está por ahí pero responde a las peticiones con exactamente la misma regularidad que se observaría si no existiera es inútil debatirla. En primer lugar son preguntas que no puedo resolver (como la tetera de Rusell) o son preguntas que no importa responder. En segundo lugar, si existe un dios que no interviene no hay ninguna razón para preocuparme por él. Él se encuentra en un sitio y yo en otro (igual que la dichosa tetera).

Como yo hay miles (o tal vez millones) de personas. De hecho, muchos de los que responden en el censo que son católicos (o creyentes de cualquier otra religión) a la hora de la verdad se preocupan poco por vivir como creyentes. Para la mayor parte eso ni siquiera es problema y dejan seguir sus vidas así, sin preocuparse por el asunto. Algunos de mis conocidos insisten en que yo debería preocuparme menos por los temas de la religión y los dioses y dedicarme a labores más productivas (como, finalmente, terminar el mundo 8-4 de Súper Mario Bros.). Hay otros que decidieron que es importante debatir este tema y que es importante hacerlo por diferentes razones. Entre ellas la cantidad de vidas que se desperdician en manos de ilusiones o, muchísimo peor, la cantidad de daño que se hacen las personas por perseguirlas. Para no ir más lejos, los musulmanes y los judíos están que se exterminan (y con ellos a la humanidad) por un pedazo de tierra escriturado por un ser del cual no estamos seguros. Es como salir a matar gente por escuchar voces, solo que en este caso los que escuchan las voces tienen uranio enriquecido.

La introducción estuvo bastante larga así que preparénse porque esto va a ser bien largo (y no lo voy a separar). Hay personajes que son muy críticos sobre el tema y no dejan pasar oportunidad para mencionarlo. Entre los más famosos puedo mencionar a Richard Dawkins, Christopher Hitchens, PZ Myers, Daniel Dennett y Sam Harris. Son dos biológos y tres filósofos, aunque también hay médicos, sociólogos, economistas, físicos y de casi todas las ramas del conocimiento humano. Las preguntas que hace mi interlocutor tienen que ver con estos personajes y con la ciencia en general (parafraseándo y traduciendo):
¿Por qué un científico como Dawkins es considerado una autoridad? ¿No es, a fin de cuentas una cuestión de fé en el método científico? ¿No es esto una invitación a creer en no creer?
La respuesta a la primera pregunta es que Dawkins es considerado una autoridad porque ha mostrado consistentemente tener la razón en sus postulados sobre biología. Algunos de mis lectores dirán que sus propuestas son ampliamente debatidas y que todavía existe el debate sobre si la evolución es una cuestión puramente de genes o si el desarrollo del embrión tiene algo que ver. Y si, hasta donde tengo entendido (soy economista, recuerdénlo) ese debate existe. Pero eso no quita importancia a tres cosas: la primera es que a medida que se encuentra nueva evidencia Dawkins la incorpora a sus explicaciones y, llegado el caso, está dispuesto a abandonar su postura (o eso nos ha hecho pensar después de una vida entregada a la ciencia). La segunda es que todo lo que explica está basado en observaciones que cualquier otra persona puede corroborar, no es conocimiento revelado, es conocimiento adquirido. La tercera, Dawkins nunca ha afirmado ser infalible.

La respuesta a la segunda pregunta tiene un truco dado que la misma pregunta tiene un truco. Hay que definir primero qué es la fe. En mi diccionario y en el uso que le doy al término significa "creer algo sin tener la evidencia que lo sustente". Así pues yo tengo fe en que mis hijos serán multimillonarios pero estoy seguro de que tendrán pelo negro (igual que mi novia y yo). Espero que este ejemplo muestre la diferencia entre tener fe en algo y conocer algo. Yo no tengo fé en el método científico dado que, nuevamente, el método científico es una forma de aproximarse a la realidad. Se realizan observaciones, se postulan hipótesis y se prueban. A la fecha puedo decir que mis hijos tendrán pelo negro dado que ningún experimento ha mostrado lo contrario, pero si alguno (bien hecho) muestra que, en efecto, pueden ser rubios, no tengo problema en incorporlarlo a mi modelo del mundo.

Cabe aclarar que el método científico solo aplica a preguntas sobre el mundo natural (humanos y mercados incluídos). Hay preguntas que no puedo resolver científicamente, como los unicornios rosados. A un dios que interviene en los asuntos humanos puedo aplicarlo dado que, si bien este dios no existe en nuestro mismo plano, si interactúa con él. A la fecha nadie ha visto la materia oscura pero sabemos que existe porque interactúa con el universo creando masa en espacios que deberían estar bien desocupados.

Finalmente tenemos aquello de "creer en no creer". Esta tiene una respuesta relativamente simple. Yo no creo y ya. Igual que Tomás o que Saulo de Tarso. Ellos tampoco creían y Jesus mismo se apareció frente a ellos para convencerlos. La verdad creo que dentro de la misma biblia no hay un resumen mejor de mi punto de vista ¿por qué creer en algo que no estamos seguros si pasó? Una vez llegue la evidencia la cosa es a otro precio, pero evidencia de verdad, objetiva, como poder hundir un dedo en los huecos que dejaron los clavos, ver las tablas de oro de los mormones, montar en la nave de Xenu o ver a Helios halando el sol con su carruaje. Hasta que algo así pase mi postura sobre los dioses será la misma que sobre la homeopatía: agua, galletas y buenas intenciones.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Singularidad

La palabra singularidad puede referirse a una de dos cosas, las dos apasionantes. Uno de sus usos se refiere a un lugar en el cual la gravedad es infinita, como en los agujeros negros, y, no sé, algo muy interesante pasa. Como no soy físico sino economista dejaré a los físicos explicar todo esto con más detalle (por lo menos una de mis lectoras es física y le gusta enseñar, así que este es el espacio...). El otro uso se acompaña de otra palabra: singularidad tecnológica. Esta se refiere a la idea de que, en un futuro, desarrollaremos sistemas computacionales tan complejos que darán origen a una consciencia artificial (léase: matrix). Una de las ventajas de llegar a la singularidad es que podemos descargar todo nuestro cerebro a un disco duro y vivir por siempre, al menos hasta que a uno de nuestros tatara-tatara-tatara-tatara nietos le de por ver porno en internet y bajar un virus que conviva con el antepasado.

Traigo esto dado que decubrí que la singularidad ya no es algo tan lejano y que, en efecto, una parte importante de mi ya reside en diferentes bits y bytes. El descubrimiento fue como casi todos los descubrimientos importantes. Primero un comentario por molestar "es que yo ya delegué la función de recordar teléfonos a mi celular", después síntomas que indicarían algo más grave como olvidar una reunión o no saber exáctamente de donde conocía a alguien. Luego llego la epifanía, hablando con un amigo descubrí que solo recordaría verme con él si lo anotaba en la agenda de mi celular. Finalmente ha llegado la singularidad... o el Alzheimer.

No es para pasarlo por alto. Cuando estaba en el colegio (hace apenas 10 años) sabía de memoria los teléfonos de, por lo menos, 25 o 30 personas. Era necesario, la alternativa tener una libreta de teléfonos para las cuales nunca he sido muy bueno. Libreta en mano buscar al personaje (o la personaje) y marcar, número por número, hasta lograr el resultado deseado: comunicación a distancia (tele-comunicación). Hoy en día el único esfuerzo que debe hacer mi cerebro es recordar si lo guardé como "Carlos Camacho", "Carlos Andrés Camacho" o "Camacho" a secas, como hacemos los hombres que estudiamos en colegios masculinos. Una vez ubicado el personaje es cuestión de espichar una tecla verde y listo. Comunicación instantánea y a distancia, no necesariamente restringida a Bogotá sino, ahora, a toda Colombia.

Tenemos entonces la singularidad: la parte de mi cerebro dedicada a recordar los teléfonos de mis amigos puede dedicarse a otras cosas más importantes, como recordar las letras de las canciones que me gustan o el recorrido del mundo 8-4 en Mario Bros (que es bien difícil). Ahora todos los teléfonos de la gente que conozco residen en un apartito negro que siempre llevo conmigo, si se pierde o se daña, no tengo más remedio que ser un paria. Poner mensajes angustiantes en messenger, facebook y decirle a mis amigos con los que todavía tengo contacto personal que le digan a mis otros amigos que no tengo teléfono y así recuperar mi vida. Casi tan angustiante como convivir con un virus porno.

Hasta hace relativamente poco era algo que me pasaba solamente con los teléfonos. Desde que comencé a trabajar (hace apenas cuatro años) hasta hace unos cuatro meses nunca se me pasó una sola cita. Jamás comprendía del todo a quienes vivían pendientes de Outlook como si en eso se les fuera la vida. En parte tenía que ver con el hecho de que, hasta llegar a mi trabajo actual, mi calendario consistía en una o dos reuniones al mes y llegar a mi casa los lunes a ver 24. Pero a medida que fue pasando el tiempo fuí requiriendo mayor espacio en mi cerebro para guardar las citas, desperdiciando espacio valioso para terminar el mundo 10 en pac-man o resolver un cubo Rubik. Así que decidí sucumbir y anotar cada cosa en mi agenda del computador con el gran (GRAN) problema de que no puedo aceptar nada a menos que lo tenga abierto. La parte positiva es que me siento importante ("puedo ver Dr. House el jueves, pero para estar seguro mejor reviso Outlook"), la parte negativa es que me siento tonto ("¿Qué voy a estar haciendo el 12 de diciembre?").

Así las cosas mi mente está parcialmente fusionada con las máquinas. No es algo que me escandalice o preocupe de forma persistente. Al fin y al cabo ya delegamos tareas más sencillas como sumar, restar, dividir e invertir matrices de 30 x 30 a las calculadoras (y súper computadores). Esa es la razón por la cual los economistas podemos hacer y hacer cálculos sin parar hasta dar con la variable que no se ajusta. Antes había que escribir un artículo justificando porque no gastamos tres semanas perforando tarjetas porque se nos pasó una matriz llena de ceros.

Esta entrada iba a tener un final espectacular, lleno de moralejas y buenas ideas. Un final que estuve creando durante una buena parte de la semana pasada (creánlo o no esta entrada es el fruto de una semana de inspiración, no parece, lo sé). De verdad, lo tenía todo: romance, intriga, emoción. Desafortunadamente, debido a mi mala memoria, decidí delegar a mi grabadora la función de recordarlo y, nuevamente por mi mala memoria, no sé donde la dejé... solamente debo recordar donde dejé la nota recordándome donde buscarla.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Incentivos, movilidad y buen periodismo

A mi lector en Bélgica (si, tengo un lector en Bélgica que no tengo ni idea de como llegó aquí ni tengo la más remota idea de quien es) debo explicarle que una de las preocupaciones más grande de la gente que vive en Bogotá es la movilidad. Creo que es un problema de todas las ciudades tan densas como esta, de primer y de tercer mundo. Mis lectores más cosmopolitas sabrán lo aterrador que es el tráfico de una ciudad como Los Angeles o las cosas que han debido hacer en Londres para aliviar el tráfico en el centro de la ciudad. De hecho son muy pocas las grandes ciudades que funcionan realmente bien en términos de transporte.

Bogotá tiene muchos más problemas. En primer lugar la malla vial ha llegado a un punto de deterioro tal que sería más barato mover la ciudad y construirlas otra vez que intentar arreglarlas. Le llamaré el problema del perezoso o del asignador miope de recursos: cuando un problema recién comienza es barato arreglarlo pero no es tan visible en el corto plazo. La racionalidad política dice que esos son problemas que es mejor dejar para después y mejor dedicarse a cosas más espectaculares. No los culpo, es una mezcla de incentivos y falta de recursos la que lleva al gobernante a preferir lo urgente a lo importante. Sin embargo, el problema está ahí.

En segundo lugar el transporte público de Bogotá es algo que da tristeza. No soy muy versado en la historia de la ciudad para poder decir "en este punto fue que la embarramos" aunque lo más probable es que haya sido una serie de decisiones equivocadas que terminaron por dejar mucho poder en manos de muy pocos. Hoy en día el transporte público bogotano consiste en tres grandes partes: en primer lugar el Transmilenio que consiste en corredores exclusivos que se dan a unas pocas empresas (4 ó 5 si no estoy mal) para que los operen y mantengan. En segundo lugar tenemos los taxis, no sé el número exacto pero deben ser unos 20 mil, o tal vez más, carros afiliados a diferentes empresas. Finalmente tenemos el servicio público colectivo: buses y busetas agrupados en diferentes cooperativas que cubren las rutas que no alcanza a cubrir Transmilenio.

Aunque cada una de estas modalidades tiene sus problemas que vale discutir a fondo, hoy quiero centrarme en el último: los buses y las busetas. Son uno de los grandes problemas que tiene el tráfico de la ciudad por dos razones principales: muchas rutas y muchos vehículos. El segundo es consecuencia del primero y es evidente con pararse en la carrera séptima con calle 19 y contar buses. Pasa un bus por toda la séptima hasta la 72, otro hasta la 100, otros dos hasta la 116, otros dos hasta la 127, otro hasta la 134, otro hasta la 142, otro hasta la 153 y otro hasta la 170 (y sé que se me quedaron algunos por fuera). Son 10 buses que hacen la mayor parte de su recorrido juntos ¿No sería mejor un solo bus por la séptima y que el usuario se bajara en la 72, 100 y demás?

La respuesta es que si y la (espero) solución a este problema se llamará Sistema Integrado de Transporte Público (SITP). Se pasará de las 50 o más empresas de buses a 13, una por cada zona determinada por el distrito. Un tiquete da para montarse en un bus, bajarse y continuar el recorrido en otro. Así las cosas a algunos se les hará más caro viajar pero todos llegaremos más rápido. Hasta ahora ha sido imposible porque es muy difícil ajustar los incentivos de todos los operadores que, como van por las mismas rutas, se odian a muerte y tienen todas las razones para irrespetar paraderos y cualquier otra regulación.

Además, existe en el imaginario popular la imagen del pobre dueño del bus que se quedará sin nada que comer si lo obligan a chatarrizar, basta recordar los alborotos por Transmilenio en Suba. En la mente de todo el mundo conductor=dueño lo cual está muy lejos de la realidad. Usualmente el "pobre" dueño del bus es un tipo que tiene otros 10 ó 12 buseticas. No son un emporio gigante, pero tampoco es que no tengan donde caerse muertos.

Para arreglar este problema se creo una solución que, a mi modo de ver, es genial: los requisitos para seguir operando en Bogotá incluyen tener mucha, mucha, mucha plata. Justamente la plata que tendrían los operadores pequeños si se agruparan. Como de algo tan bueno no dan tanto los transportadores pequeños salieron a quejarse diciendo que los iban a dejar por fuera, que se iban a morir de hambre y todas esas cosas que dicen los capturadores de rentas cuando les van a cerrar el chorro. Tanto que citaron al secretario de movilidad al Congreso para que explicara y, es en este punto, cuando llegamos al buen periodismo tan poco habitual en mi país.

De todo esto me enteré por la edición electrónica de Semana. Quienes abren con el rosario de quejas de los transportadores pero dan espacio a todos los implicados y llegan a una conclusión sensata: no se van a quedar por fuera, solo tienen que agruparse. En resumen, quejarse, patalear y amenazar no los va a llevar a ningún sitio. Se ha creado un sistema que los incentiva a unirse o a salir del negocio y, en ninguno de los dos casos, pueden hacerse las victimas. Ojalá todas las decisiones de política fueran tan simples y tan interesantes y ojalá todo el periodismo fuera tan balanceado.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La fuente de todos los males

Para un sector amplio de la población todos los males del mundo pueden encapsularse en una sola fuente. Algunos dicen que es la falta de religión y otros dicen que es el exceso. Algunos dicen que es Estados Unidos y otros dicen que es Rusia. Sin embargo, un villano habitual es el capitalismo. Muchas personas creen ciegamente que vivir en un mundo impulsado por el consumo es algo perverso y que gracias a "los mercados" (nuevamente, cosas etéreas que pocos se han preocupado por conocer realmente) el mundo está jodido.

La edición electrónica de la revista Shock nos regala un artículo sobre una nueva "tribu" conocida como los Freegans, gente que vive de lo gratis. Son gente que se dedica a escarbar basureros en busca de las cosas que el resto de la gente desperdicia. No se me hace raro ni me escandaliza conociendo las historias de Burger King quienes después de 5 minutos botan la comida, intacta, dado que no está "fresca". Sale más barato botarla que regalarla supongo. El artículo explica bastante bien donde encontrar la comida botada y fresca. Me imagino, además, que encontrarán ropa, celulares, iPods y demás cosas que hacen del capitalismo algo maravilloso.

No quiero hablar sobre las preferencias de esta "guerrilla verde" llena de gente que cree que escarbando la basura hará que el capitalismo colapse. Alguien debería comerse esa comida finalmente y si no la quieren regalar a Etiopía o algún otro país lleno de gente con hambre, por mi está bien. Quiero hablar sobre unas afirmaciones que saltan a la vista en el artículo y que, en mi modesta opinión, son ejemplo de periodismo perezoso y de alguien que perdió una excelente oportunidad de realmente informar a la gente.

En general mi queja toma forma de pregunta ¿Por qué el periodista transcribe frases sin verificarlas? No estoy pidiendo un tratado sobre el tema, pero habría sido muy interesante que expandiera sobre algunas cosas. Una aproximación como esa tendría un grave problema: la historia de los valientes "guerrilleros verdes" pasaría a ser un cuento de loquitos que no quieren pagar por su comida. Tomaré algunos ejemplos que, como siempre, están bienvenidos a debatir. Pero esa es la idea: debatir. No quedarse con una afirmación suelta y tomarla como la verdad, mejor preguntarse ¿Será que es verdad? e irse a leer. Comencemos entonces.

1) "Sin embargo, esto no significa que lo que sobre o lo que no se venda se regale, pues de ser así las ventas y los precios caerían, haciendo realidad la peor pesadilla de los economistas". Comenzamos bien, una afirmación directa sobre un tema del que espero conocer (a menos que mis padres hayan desperdiciado su plata conmigo) ¿Cuál es esta "peor pesadilla de los economistas"? Debo asumir que es la caída en los precios y las ventas. Me gustaría saber por qué el "cronista" hace una afirmación tan fuerte que no sustenta. No diré que es falsa ya que, en algunos círculos, la caída de los precios y las ventas si es el peor de los mundos.

Pero ¿de todos los economistas? Lo dudo, dudo que sea una pesadilla para todos los economistas. Haber conversado con cualquier economista habría iluminado al "reportero" sobre un hecho fundamental: que Wal-Mart venda menos es algo que no le quita el sueño al 99% de los economistas (el resto son accionistas o empleados). En realidad nuestra pesadilla no es que caigan las ventas y los precios, es que ese tipo de caídas están asociadas a cosas muy, muy, muy malas como, por ejemplo, niños en Etiopía que mueren de hambre (un ejemplo extremo). De hecho, en el caso de los alimentos, una caída en las ventas y en los precios sería algo que aliviaría a muchos economistas. Finalmente lo que se busca es el mayor bienestar para todos y, a veces, eso implica vender menos (todos quisieramos que se vendieran menos misiles, por ejemplo).

2) "Boicotear productos de empresas como Adidas por usar piel de canguro en la fabricación de sus guayos". Sin palabras... simplemente sin palabras. Comencemos despacio y veamos a donde nos lleva todo esto. Usar piel de canguro es algo grave si se usa como se usan los colmillos de los tigres en India: cazadores informales que van a matar lo que se les atraviese. Eso es lo que los tiene al borde de la extinción, no la explotación de su piel. Quejarse contra el uso de la piel de canguro es como quejarse contra la piel de vaca en el cinturón que probablemente usaba el "periodista". Nadie se queja de eso ¿Por qué? No tengo la menor idea.

No sé de donde saca Adidas los canguros para sus guayos, pero puedo apostar que si les permiten venderlos en todo el mundo deben garantizar que van a reemplazar cada canguro que matan para hacer guayos. Es la misma falacia lógica que con el papel, hemos escuchado a todo el mundo decir "¡No boten papel porque es un crimen con el ambiente!". Pocos se detienen a pensar que esa hoja viene de un árbol plantado para morir así e, irónicamente, entre más papel botemos más árboles habrá que sembrar para satisfacer la demanda. El problema no es usar el recurso, el problema es usarlo de forma desordenada.

3) "Es por eso que cada trozo de alimento que se llevan a la boca [...] representa un acto de control político y ambiental [...] ¿se explotó a seres humanos durante su producción?" El drama de las maquilas es la quintaescencia del hippie moderno. El drama se resume de la siguiente forma: una Megacorporación Malvada® necesita reducir sus costos de producción de camisetas, para lograrlo se va a un país como China o, por supuesto, Colombia donde la mano de obra es más barata. Allá "obligan" a los trabajadores a hacer camisetas pagándoles una miseria. Por esta razón el hippie moderno socialmente responsable solamente compra camisetas que no son hechas en maquila. Con el efecto lógico de dejar sin sueldo a los chinos y a los colombianos y darle a la Megacorporación Malvada® exactamente la misma ganancia. El mensaje es el siguiente: las maquilas no son el problema, una "miseria" en Estados Unidos es realmente un buen sueldo en Colombia y la solución para que los empleados ganen mejores sueldos es tan compleja que no creo que nadie en el mundo la haya encontrado. Pero igual, lo que importa no es arreglar las cosas sino dormir tranquilos pensando que estamos haciendo cosas buenas.

3) "son todas preguntas que quizás usted no tenga en mente a la hora de desayunar con una taza de cereal de trigo transgénico" y 4) "ni cuando se prepara a comer una lata de atún donde seguramente hay restos de delfines cazados ilegalmente". Se pone aún más interesante. No soy biólogo ni médico así que creo que les dejaré dos referencias: la primera es una investigación más seria (y con referencias) sobre la comida transgénica que puedo resumir en: dejen de llorar, no tiene efectos negativos y gracias a eso no hay más gente muriéndo de hambre. La segunda si está escrita por biólogos marinos, la conclusión fue chocante para mi: promover el atún libre de delfines termina por causar un impacto ambiental peor incluso a la pesca ilegal, sin embargo, los delfines tienen mejores publicistas que, por ejemplo, el plancton.

Eso es todo por ahora. Solo cuatro ejemplos de afirmaciones que se hacen porque sí y jamás se sustenan. Los tales freegans tienen un punto interesante que vale la pena discutir a profundidad: más allá de distribuir el dinero ¿Cómo redistribuímos la comida? Es un problema actual, preocupante y, hasta donde tengo entendido, con muy pocas respuestas. Sin embargo, si lo vamos a presentar como lo hizo nuestro "escritor" de la revista Shock estamos mal.

PD: ¡¡¡A boicotear el atún sin delfines!!!

martes, 24 de noviembre de 2009

El camino al infierno...

Hay un dicho que todos conocemos: el camino al infierno está hecho de buenas intenciones. Hay otro que pocos conocen: toda buena acción tendrá su castigo. Y, supongo, debe haber mil más que no tenemos ni idea que existen. La moraleja que se quiere dejar impresa en la mente de quienes lo escuchan es que, a veces, por querer hacer algo bueno terminamos haciendo algo muy malo. Como cuando uno se ofrece a llevar un pocillo con tinto y termina dejando el tinto a lo largo de un metro del tapete nuevo o de las paredes recién pintadas. Había una buena intención, pero por más buena que fuera la intención eso no quita el desastre cometido.

Para seguir con las frases recuerdo una de San Agustín (amor y ciencia): no basta hacer las cosas, hay que hacerlas bien. Eso quiere decir, queridos lectores, que la carita feliz por el esfuerzo está bien para el jardín infantil pero, honestamente, a ningún cirujano de rodilla que opera un corazón le dicen "se murió el paciente, pero al menos lo intentaste". Lo que le dicen es "mañana lo espera el comité de ética". En pocas palabras, solo el esfuerzo y solo las buenas intenciones no valen.

Hablo de todo esto porque esa es la forma en la que se suelen tomar las decisiones políticas (en todas las ramas del poder público, aquí no se le da un pase gratis a nadie). Un tipo que no tiene ni idea de lo que hace se pone a tomar decisiones sobre cosas bastante complejas porque cree que es lo correcto. Ya lo había tocado anteriormente con la famosa indexación de los precios: es muy noble querer que los más pobres ganen siempre más, pero hacerlo ignorando la realidad es algo bien difícil. Tan difícil como operar un corazón si lo que se sabe es arreglar rodillas.

Ya he dejado claro muchas veces que creo que el mundo sería un lugar mejor si más gente usara su cerebro para decidir en lugar de su corazón. No me malinterpreten, no estoy diciendo que conseguir novia se debe convertir en una operación de analizar variables para hallar el máximo de compatibilidad. Simplemente creo que si más gente supiera como funciona el mundo (natural y social) tendríamos un sitio mejor en nuestras manos.

Todo esto va a uno de los eternos problemas en Colombia: la financiación de vivienda. Ya hablé antes de los bancos y de su función en la economía, pero es un tema que, por alguna razón, considero que no se habla del todo. En todos los periódicos escriben economistas muy buenos pero, en lo que llevo de leer periódicos, ninguno ha dicho lo obvio: si se presta plata a 15 años es lógico que al final del día se "pague" varias veces el valor prestado originalmente. Recordemos todos cuanto costaba una cerveza hace 20 años y cuánto cuesta hoy, por lo menos dos o tres veces más. Entonces ¿Por qué una casa que hace 20 años costaba $50 millones no puede costar hoy $150? ¿Por qué es tan fácil aceptar que la leche sube de precio a lo largo de 20 años pero es tan difícil aceptar lo mismo con una casa?

Todo se vuelve entonces una teoría de conspiración. Tenemos idiotas (si, idiotas) como el autor de esta columna para quien el problema son unos pobres ciudadanos a merced de las garras afiladas de unos bancos con "ejércitos legales". Bancos quien, debe pensar uno, solo prestan plata para después quedarse con la casa y los pagos. Negocio redondo que tiene un problema: no es negocio quedarse con una casa, es plata quieta que además es difícil de mover. Si tenemos en cuenta que el negocio de los bancos es mover plata vemos que el último interesado en que la gente deje de pagar es el banco. Por eso es que nos hacen un estudio, para estar seguros de que les vamos a pagar eventualmente.

Dado que a muchos les preocupa tanto y se rasgan sus vestiduras cada vez que alguien paga "¡¡¡dos veces y media!!!" una casa tengo dos reflexiones: la primera ¿Por qué siempre nos enfocamos en los que son embargados? ¿Cuántas personas tienen casa gracias a los "malvados" bancos? Es una cifra que nadie dice ya que no es tan interesante decir que, si, hay gente que pierde su casa, pero no creo que llegue a ser el 10% (ni siquiera creo que el 5%). La segunda: si tanto les duele el bolsillo de la gente les propongo que me presten hoy $10 millones y les pago los mismos $10 millones en 15 años ¿O van a ser tan desalmados como los bancos de cobrarme dos veces y media lo que me prestaron?

jueves, 19 de noviembre de 2009

Puntitos azules

Llevo un buen rato con una idea en la cabeza. Hace unos pocos días se celebró el día de Carl Sagan e internet (al menos la parte de internet que miro) estalló con tributos en video, texto y audio a su vida y obra. Yo debo admitir que llegué tarde a la fiesta, no solo por haber dejado pasar el día para escribir algo sino en el sentido amplio de las cosas: hasta hace realmente poco tiempo Carl Sagan era para mi el tipo de Cosmos, la serie sobre el espacio que jamás había (ni he) visto.

Entre tanto leer y ver del tipo me interesé un poco más en él. No tanto en su vida, los lugares donde nacemos, morimos y el tiempo que vivimos son cosas del azar. Más bien en su obra, las cosas que decimos, hacemos y escribimos son todas nuestras. Después de leer un par de cosas que escribió y escuchar otro par algo es claro: cuando alguien quiere lo que hace su cariño es infeccioso, especialmente en cosas de ciencia. Este es el sitio donde comienzo a acariciar lentamente la frontera de lo cursi pero, creo, voy a un sitio interesante.

De todo lo que alcancé a ver y leer una cosa en particular se quedó en mi cabeza dando vueltas y vueltas... el monólogo del punto azul (el video lo pongo en la noche cuando pueda abrir YouTube). Si tienen tiempo para buscarlo y escucharlo vale la pena tomarse los cinco minutos que dura. Es un texto muy simple y su inspiración es una foto tomada a la tierra desde Júpiter. Desde allá la tierra es un punto azul, pequeñito y perdido en un fondo inmenso, tal y como vemos las estrellas en la noche. El universo es un sitio muy grande, tanto que ya somos insignificantes vistos desde un lugar relativamente cercano (sigue estando dentro de nuestro sistema solar).

Uno no puede hacer más sino pensar en todo lo que habrá más allá, en todos los mundos que orbitan las pocas estrellas que vemos desde la tierra. Para algunos es una pregunta ridícula, finalmente jamás llegaremos a verlos y es muy probable que nos matemos mucho antes de desarrollar la tecnología para visitarlos. Sin embargo, para mi, es la pregunta más interesante de todas las que se puedan formular. Cada noche vemos miles de puntitos blancos, rojos y azules y me gustaría pensar que allá también hay alguien preguntándose por nosotros, soñando con el día que pueda visitarnos y saber que en un sitio tan inmenso hay más vida además de la nuestra.

Mientras ese momento llega (si es que alguna vez piensa llegar) lo mejor es seguir cuidando nuestro puntito, en palabras de Carl Sagan "el único hogar que conoceremos"...

martes, 17 de noviembre de 2009

Anti-apología de la apologética (primera parte)

Aquí estoy de vuelta después de mucho tiempo sin escribir. Extrañamente volveré a escribir sobre el tema que escribía cuando no tenía nada de qué escribir: religión. Particularmente las razones para no creer en ninguna. No es que necesite andar por ahí deconvirtiendo a la gente, a diferencia de todas las religiones, ser ateo no es algo que se propaga. Aquí cabe la comparación de la religión con los virus: lo saludable no se transmite, se adquiere. Las religiones, en cambio, para sobrevivir necesitan esparcirse constantemente. Algunas más que otras y algunas de forma más activa que otras. Por ejemplo, los testigos de Jehová van puerta a puerta mientras que los católicos dejan "trampitas" para que alguien pregunte. Los musulmanes usan la violencia como mecanismo de propagación (o al menos de no eliminación) mientras que los judíos lo hacen a través de la sangre.

Decía pues que ser ateo no es algo que se transmita. Yo no puedo, ni mucho menos pretendo, que algún creyente termine de leer esto y diga "es un hecho, a partir de ahora debo dejar de creer en (alá, vishnu, osiris...)". Tampoco necesito que el ateísmo se propague para ser feliz, como ya mencioné antes, lo único que necesito es que todo lo demás me deje tranquilo. Lo anterior no me exime de opinar, preferiblemente con razones, sobre el estado de los creyentes ¿Por qué me voy a meter a esto? Porque me parecen interesantes las maniobras que hace la mente para aferrarse a una creencia sin importar lo tonta ¿O es que me van a venir a decir que ninguno de ustedes cruza los dedos, ha tomado goticas homeopáticas o a creído la historia de su amigo que vio extraterrestres en algún lago? Yo si, soy culpable de las tres o al menos lo fuí.

Toda esta diatriba comienza con un rumor que llegó a mis oídos sobre una comunicación del papa en la que decía que cremar está bien pero que eso de esparcir las cenizas es cosa de paganos. Es una entrada que se escribe sola: buscar en wikipedia "festividades católicas" y ver como todas son "adoptadas" de rituales paganos más antiguos. Como me gusta dármelas de imparcial busqué en la página del vaticano y en un par de agencias de noticias católicas, para que luego no digan que uno es un títere del discurso de poder de los medios de comunicación empeñados en derrocar al papa y reemplazar el catolicismo por el culto al logo de Caracol televisión. Mi búsqueda no arrojó resultados interesantes. En ningún lado se hablaba de lo pagano así que fuí perdiéndo el interés hasta que me topé con la inevitable página sobre apologética.

La Real Academia Española tiene tres acepciones para el término de las cuales me quedaré con la tercera: "ciencia que expone las pruebas y fundamentos de la verdad de la religión católica". A primera vista la definición tiene dos errores graves: en primer lugar no es una ciencia en el sentido estricto de la palabra: conocimientos adquiridos mediante la observación (también de la RAE). Podríamos estirar un poco las cosas y decir que es una ciencia si se toma como "conjunto de conocimientos en cualquier cosa" pero, seamos sinceros, si tomamos esa definición podríamos decir que el estudio de los unicornios rosados es una ciencia. De hecho, cualquier cosa es una ciencia o es ciencia.

El segundo error grave es circunscribir la apologética al catolicismo. De hecho, yo ni siquiera lo circunscribiría al cristianismo en general. Todas las religiones, al menos hoy en día, necesitan de apologética. Decir que es exclusiva de catolicismo es como decir que las demas no necesitan exponer pruebas y fundamentos. Lo cual es, honestamente, ridiculo. Particularmente si se tiene en cuenta que las religiones exigen fe y que la fe es algo complicado de tener: creer en algo que no interactúa de ninguna manera con nosotros es bien difícil así que, entre más razones pueda uno inventarse, mejor.

Y hemos llegado al punto espinoso de esta entrada que diré de frente: los creyentes no tienen razones para creer. Esto no es algo malo, yo no puedo ir exigiendo a todo el mundo que lleve un inventario detallado de por qué cree las cosas que cree. Al día de hoy no tengo ni la más remota idea de por qué cruzo los dedos creyendo que afectarán el resultado de un dado, pero igual lo hago. También admito que no tengo ninguna razón, pero escogí vivir mi vida haciéndolo, es mi elección, muchas gracias. No tengo la necesidad de escribir un tratado apologético sobre las razones por las cuales es verdad que cruzar los dedos hace que salga el número que quiero en los dados para ser feliz cuando los cruzo.

Creo que ya me he pasado de largo en esta entrada así que la dejaré aquí por ahora. Después seguiré con los detalles del asunto y entraré a mirar algunas de las pruebas que se dan para mostrar la existencia de los dioses (porque, también seamos honestos, el argumento de la primera causa se puede aplicar tanto a Jehová como a Zeus) y, si me alcanza el impulso, y no tengo nada más interesante para escribir, expandiré sobre la ciencia y la fe, muy especialmente porque es diferente "creer" en la gravedad y creer en un creador de todo lo que vemos.

Por ahora, me iré a leer a ver si encuentro algo interesante para escribir... la religión a veces cansa.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Unas son de cal...

No tengo ni la más remota idea de donde salió el dicho que inspira el título de esta entrada: "unas son de cal y otras son de arena". Tal vez 10 minutos de Google me darían la respuesta pero es un lujo que no me puedo dar en este preciso momento. Hasta donde tengo entendido, se emplea cuando en una cosa va mal y en la otra bien. O viceversa. Hoy he leído una noticia que bien podría clasificar para ese dicho (o tal vez no, eso lo dejaré a juicio de mis fieles lectores): en Antioquia permitieron que una pareja de lesbianas adoptaran una niña. Un hecho particularmente interesante si se tiene en cuenta que es la misma región de Colombia que hace un par de meses hizo jurar al alcalde de su capital que no iba a practicar abortos. Vale la pena aclarar que la niña es la hija biológica de una de las mujeres. La alternativa era dejarla crecer en un hogar del ICBF que, si bien no tengo quejas que dar, no puede compararse con crecer con una pareja dispuesta a darlo todo por uno (hasta el escarnio público que implica reconocerse homosexual).

A medida que he ido creciendo me he vuelvo marcadamente más liberal. Hace algún tiempo era de los que pensaba que no era tan bueno que una pareja de homosexuales adoptara. No era cuestión de religión, ya era prácticamente ateo pero aún así pensaba que algo malo debía existir. Finalmente si la evolución ha privilegiado la monogamia heterosexual se debe a que es la mejor estrategia para nuestra supervivencia. Desde ese momento hasta ahora han pasado muchas cosas que me han hecho cambiar mi postura, no las contaré todas porque son muchas pero si me voy a enfocar en algunas.

La primera fue una conversación con un amigo y colega (también lector de mi blog) sobre el tema. Al día de hoy no sé exactamente cuál es su postura sobre el tema pero me imagino que está a favor de la adopción. Mientras hablabamos le expuse mi postura "un niño para su desarrollo necesita un papá y una mamá". La respuesta fue completamente arrolladora "¿Eso quiere decir que las madres solteras deberían entregar a sus hijos? ¿Eso quiere decir que un niño en un hogar con solo hermanas y tías donde su papá murió debería ser entregado al ICBF?" Al ver mi cara de estúpido intentando balbucear alguna respuesta siguió su argumento "además, ¿Preferiría usted dejar a un niño en un hogar heterosexual donde lo van a maltratar o en uno homosexual donde lo van a amar? Tenga en cuenta que los hogares homosexuales tienen, en promedio mayores ingresos que los heterosexuales, garantizando un mejor futuro". Sobra decir que no tuve respuesta y que después, pensándolo más a profundidad, concluí que, al menos intuitivamente, el argumento se sostiene.

Sin embargo, este es uno de esos temas donde es mejor investigar un poquito para ver si la intuición se sostiene. Mal de economistas supongo, estamos acostumbrados a encontrar que no siempre la intuición está en lo correcto. Desafortunadamente el día de hoy no tengo a la mano el fruto de mi investigación así que los invito a buscar y controvertir. El caso es que no hay ninguna evidencia concluyente de que, perdón por la expresión, "lo marica se pegue". Tampoco hay evidencia de que los homosexuales sean más propensos al abuso que los heterosexuales. En términos generales los niños criados por parejas homosexuales socializan y se integran exactamente igual que los niños criados por parejas heterosexuales. Así que el argumento de "¿¿¿podría alguien pensar en los niños???" tampoco tiene mucho sentido.

Finalmente está el tema de la familia. Con una altísima probabilidad el primer comentario a esta entrada va a tener algo que ver con dios, con la moral, con la familia y demás. Si se quiere ser intolerante está bien, solo espero que tenga la decencia de admitir que es por un simple prejuicio moral que no tiene sustento en el mundo real. No quiero decir que todos los comportamientos deben ser tolerados en nombre de la inclusión, condeno 100% acciones como la castración femenina o matar uno de los bebés si tiene un hermano gemelo ¿Cuál es el rasero con el que mido? Sencillo: afirmar que el alma se parte en dos cuando se tiene un hermano gemelo es tan estúpido como decir que todos los homosexuales son unos depravados. Ninguna afirmación tiene sustento en la realidad...

...unas son de cal y otras son de arena.

viernes, 30 de octubre de 2009

Las brujas

Cuando era pequeño creía en casi todo lo que tuviera nombre de paranormal. Extraterrestres, vidas pasadas, poderes psíquicos, mediums, fantasmas, homeopatía, astrología, el tarot y demás cosas que se puedan imaginar. Ya antes había hablado de este tema pero creo que no es uno muy fácil de agotar por diferentes razones. Una de ellas es que, por alguna razón, nuestro cerebro viene "programado" para creer en esas cosas. Otra es que es un tema que nos parece fascinante, la idea de que existe una realidad más allá de la que vemos y, aún más interesante, que somos unos de los pocos escogidos para acceder a ella.


Hoy me trae el tema de las brujas, los maleficios y demás cosas que se creen cuando se experimenta una mala racha o cuando a uno le cae muy mal alguien y quiere hacerle algo. Debo admitir que aún hoy todavía me dan ganas de hacerle un maleficio a más de uno. Decirle una palabra mágica o hacer un ritual extraño con tierra de cementerio para hacerle la vida miserable. Si, soy una mala persona, pero ese no es el punto. El punto es que no soy el único que quisiera verlo, ni siquiera estoy en la minoría. Aunque muchos lo nieguen, la verdad es que alguna vez hemos sentido tanto desprecio por alguien que nos enceguecía.


Pero de sentir desprecio a hacerle algo hay una distancia bien grande. Fantasear no es problema, así como el hecho de pensar que me nado en una piscina de vodka no implica que voy a morir de cirrosis, el hecho de pensar en embrujar a alguien no quiere decir que voy a salir a hacerle algo a esa persona. Afortunadamente si estoy en la minoría de los que saben que eso no es más que tonterías, desafortunadamente esa posición es de minoría. En el mundo hay mucha gente dispuesta a pagar por brujería así como hay gente dispuesta a pagar por contrarrestar la brujería y, como la economía nos enseña, donde hay gente dispuesta a comprar hay gente dispuesta a vender.


Tenemos entonces un boyante comercio de hechizos vendidos al mejor postor y de todas las variedades posibles. Los hay con muñequitos y agujas, los hay con velas y tiza, los hay con palas y cementerios. Pero todos sirven para el mismo fin: enriquecer a unos, dar tranquilidad a otros y dejar al resto de la humanidad sin problemas. Claro, a menos que uno sea el que recibe el hechizo, en ese caso ya se tiene a quien culpar cuando se le pincha una llanta.


Uno de los motivos por los que estamos condenados a vivir con este pensamiento mágico es por la forma en la que nos repiten constantemente que funciona. Pronto se estrenará una película "basada en hechos reales" de un pelotón de síquicos en el ejército de EEUU (basada, entre otras, en testimonios de gente como Uri Geller, por eso las comillas). No me molesta la historia, pero si los "hechos reales" en los cuales se inspira. Otro ejemplo es una noticia del día de hoy en El Tiempo (el titular es tan tonto que me da dolor de cabeza): "¿Paris Hilton embruna a Ronaldo?" Y la noticia, como supondrán, se limita a entrevistar a un brujo que dijo que una rubia gringa y famosa (nunca por el nombre... todos le tienen miedo a las demandas por calumnia) le había pagado para embrujarlo.


Tal y como fue reportado pareciera que es un hecho indiscutible que se puede embrujar a la gente. Lo reportan con la misma seriedad que la entrevista con el descubridor de 90 exoplanetas (planetas por fuera de nuestro sistema solar). En ningún momento plantean que la brujería es algo improbable o que, tal vez y solo tal vez, Paris Hilton tiene mejores cosas que hacer que pensar en un ex novio. Tal y como están las cosas estoy pensando en abandonar la economía para venderle soluciones fáciles a gente tonta y de paso mojar prensa cuando El Tiempo venga a preguntarme si yo fuí el causante de que una modelo se tropezara.

martes, 27 de octubre de 2009

Crónica de un disfraz: La búsqueda, la elección y la coronación

"¿Sabes cuál es el porcentaje de novios que se disfrazan obligados?" La pregunta era respuesta a una observación mía "Mira, hay, por lo menos, cuatro veces más disfraces para mujeres que para hombres". Cuando me fijé en los disfraces tampoco me había dado cuenta de que el único hombre mayor de 17 años, sin hijos y buscando disfraz, era yo. El resto eran niños y adolescentes con sus mamás o papás buscando disfraz para sus hijos. Y yo que pensaba que la alergia a los disfraces era solo mía.

La mañana había comenzado con la promesa de mi novia de hacer un listado de tiendas a lo largo y ancho de Bogotá para buscar el disfraz. Eran las 10:30 de la mañana y estaba lloviendo cuando sucedió, las nubes dentro de mi cabeza se abrieron y dieron paso a un rayo de luz que, no lo sabía en ese momento, salvaría mi día: "¿Y si vamos primero a la tienda donde encontraste el disfraz la vez pasada?" Ella lo pensó y me dio la razón, por bien que nos fuera estaríamos saliendo rumbo a cualquier tienda a las 11 de la mañana y habría que almorzar. Si yo no almuerzo soy una mala persona y no debe haber nada peor que buscar un disfraz con una persona con hambre; todo le parece lindo y no es objetivo.

Así terminamos, a las 11:30, en Cachivaches. Lleno de gente que se movía como chulos alrededor de los disfraces ¿Sabían que sacan un número limitado de cada disfraz y que si se acaba toca esperar hasta el año entrante? Yo no, pero lo descubrí cuando entré al almacén y ví como la gente se empujaba y movía ganchos frenéticamente. Una de las vendedoras, muy amable, nos dio todas las instrucciones que necesitaríamos: "Allá" dijo señalándo un tubo solitario "están los disfraces de hombre. Allá" dijo señalando un área que representaba la cuarta parte del almacén, lleno de personas empujándose "están los disfraces de mujer". Mi estrategia era sencilla: encontrar un disfraz para ella que con toda seguridad encontraríamos el compañero, reduciéndo la búsqueda a la mitad.

Suspiré, tragué saliva y me dispuse a poner mi mejor cara de "perdón por haber empujado a una señora de 60 años" si llegaba a ser necesario. En la primera isla nada, muchas cenicientas (pero ella ya tiene ese disfraz), muchas indias, gatitas, bomberas, presas, policías y demás. Nada interesante. Al iniciar la segunda de tres islas de disfraces una mancha verde me sugeria mal pronóstico. Haciendo un repaso mental breve creo que había, por lo menos, 10 disfraces de Campanita que retaban mis pocas ganas de ser Peter Pan. Pero ya eran las 12:20 y el almuerzo me llamaba, si tocaba ser Peter Pan por almorzar, pues lo sería. Ya luego tendría tiempo de preocuparme por explicarlo a mis amigos.

En esa misma segunda isla estaba mi salvación. Un disfraz que a la larga sería el elegido. Los ojos de mi novia brillaron tan pronto vieron que era el último que quedaba y lo cogió. En ese instante supe que nuestra búsqueda había llegado al final pero cuando se lo dije su respuesta fue "nos falta todavía ver... por si las moscas ¿no?" Y por si las moscas terminé con 3 disfraces, dos chaquetas y el hambre que invadía mi cerebro (si, estoy a dieta, pero eso no significa que he dejado de comer).

Terminados de ver los potenciales disfraces sigue la segunda parte del circo: medirse los disfraces. El almacén estaba lleno a reventar con personas buscando disfraces, lo que hacía falta eran sitios donde probárselos. Dos vestiéres, uno de los cuales era completamente invisible, el otro era tan visible que tenía fila y una política de "dos disfraces por persona". Mi novia cogió sus dos disfraces y se probó primero el elegido... sobra decir que no se probó ninguno más. Mientras ella se cambiaba yo socializaba con una de las señoritas encargadas de ordenar esa histeria y averigüé donde encontrar la pareja de ese disfraz "¿Si vio la isla de los disfraces de hombre?" (como perderla, tan abandonada ella) "ahí lo encuentra".

En efecto, estaba el disfraz que necesitaba... seis veces. Tomé uno pero igual había que mirar el resto de los disfraces. Cogí otro par como por darle misterio al asunto pero, cuando me los probé decidí una cosa para el resto de mi vida: nunca voy a usar disfraces enterizos. ¿Las razones? En primer lugar soy unos 10 centímetros más alto que la persona en la que estaban pensando cuando los hicieron. En segundo lugar, con mi aversión al calor, no quiero imaginarme la pesadilla que sería usarlo en medio de una fiesta de Halloween...

Finalmente me probé el disfraz, me quedó perfecto y solo hacía falta un accesorio que compramos diligentemente...

¿Cuál es el disfraz? Dicen que una foto vale más que mil palabras así que, para completar las dos mil de esta entrada, he aquí una foto que, espero, les guste:







Epílogo: Una vez encontrado y coronado el disfraz solo queda encontrar donde lucirlo más allá de mi casa. El final de la crónica será el sábado, cuando el mundo (más allá de mis 12 lectores) vea que no me disfracé de Peter Pan.

lunes, 26 de octubre de 2009

Los mamertos son tan simples que da risa

El gran debate de la semana pasada fue el presupuesto de las universidades públicas. Unos y otros afirman que hay un problema de plata que hay que solucionar. Un suceso puso en la mente de todos este problema: la retención que impusieron sobre el rector de la Universidad Nacional los estudiantes de la misma para pedir mayores recursos. Querían los estudiantes que el rector fuera a uno de los auditorios a "debatir" el tema con los estudiantes dolidos en el alma por su amada universidad. El rector, egresado de la Universidad Nacional, sabía (como saben todos y cada uno de sus estudiantes, aunque lo nieguen en público) que esos "debates" son un montón de gente que ya sabe el resultado del debate y unos pocos asustados que no dicen nada.

No estoy culpando a los asustados. Si yo fuera uno de ellos también estaría entre los asustados. Es difícil ser valiente cuando la contraparte en un "debate" es amiga de la mitad de las milicias urbanas de las FARC, los paras, el ELN o algún otro grupillo de esos. También se ha tocado este problema por parte de algunos, pero todavía muy superficialmente y sin la discusión necesaria.

Pero me estoy desviando del tema. La verdadera inspiración de esta entrada no es la demencia de algunos estudiantes en las universidades públicas ni los problemas de plata que enfrentan. Es, como cosa rara, una columna en El Espectador del domingo pasado titulada "En pie de lucha". Me gusta en la misma forma que a algunos les gusta "William Hung": es tan mala que es buena. No voy a listar aquí la cantidad de lugares comunes que contiene esa columna, solamente haré un par de observaciones.

Primera: podrían leer un artículo en semana.com sobre el tema de las universidades. No solo abarca el tema del presupuesto sino que hace un análisis más amplio del funcionamiento "político" de las universidades. La mejor frase: "En el campo académico están de cara al siglo XXI, mientras una asamblea estudiantil es como regresar a los años 60". Al leer la columna de El Espectador uno se siente devuelto a 1960. Para el autor de la columna el problema de las universidades públicas no es la corrupción de algunos funcionarios, el hecho de que nadie sabe en qué gastan la plata o el problema de que no han ampliado la cobertura. No, si el problema son "los negocios y la defensa a ultranza de los intereses del gran capital".

¿Qué es "el gran capital"? Ni idea. Cuando leo y releo esa columna no puedo evitar pensar que el autor se imagina un cuarto lleno de hombres con monóculos y sobreros de copa sonriendo mientras leen que la gente muere de hambre. Esta forma simplista de pensar tiene nombre "conspiracionista" y consiste en imaginarse que todos los problemas tienen una causa única o que hay un grupo muy poderoso encargado de manejar los "hilos del poder". Si fueran tan poderosos ya habrían mandado a desaparecer al columnista aquel, pero supongo que es una prioridad quebrar a las universidades públicas.

El simplismo conspiracionista atraviesa cada una de las frases que emplea el escritor (contra quien me ensaño porque representa la forma de pensar de muchos otros, solo que este tiene acceso a un periódico de circulación nacional). Por ejemplo, según admisión propia, todos los cambios importantes de la sociedad se han desencadenado gracias a un movimiento estudiantil ¿De verdad? La apertura económica fue un evento importante que mejoro la calidad de vida de todos los colombianos ¿Y los estudiantes? Protestando para que no lo hicieran. No voy a desconocer el mérito de muchos movimientos estudiantiles pero, siendo sinceros, tampoco es que sean lo último.

La segunda observación es más corta y tiene que ver con la pereza de nuestro estimado columnista (nuevamente, esto puede expandirse a casi cada persona que se quedó en la izquierda de 1960): según sus cifras el presupuesto del año entrante en educación es de 0,4% del PIB mientras que el de "guerra" es de 14,2%. Comparemos con los datos de alguien más: Salomón Kalmanovitz, quien tampoco es que quiera mucho al gobierno. Según él la educación se queda con el 3,8% del PIB mientras que la defensa con el 3,92% ¿A quien le creemos? ¿Al economista que vive de las cifras o al mamerto que delira con fantasías de grandes capitales?

Así las cosas el debate sobre las universidades públicas solo puede empeorar: a muchos no les importa, a muchos les parece que deberían cerrarlas y, los que las defienden, tienen entre sus aliados a personas como esta ¿Para qué hacerle caso a un mentiroso? Que triste es pensar que el debate está atrapado por quienes apelan al sentimiento y no por quienes apelan a la razón.

¿Qué carajos pasó el sábado?

De una forma 100% subjetiva puedo afirmar que los sábados son un día en el cual el tráfico es bastante pesado, a algunas horas más pesado que entre semana. Según los que saben del tema la razón es el pico y placa y el hecho de haberlo extendido a todo el día aumenta el problema: con solo 3 días de carro la gente sale a hacer mercado, al médico, a visitar a la familia o a irse de paseo el sábado. Por esta razón es de esperar que el tráfico sea más pesado desde las 8 de la mañana tal vez hasta las 4 ó 5 de la tarde.

Sabiendo todo lo anterior les contaré la siguiente historia: el sábado que acaba de pasar fue un día lluvioso en el que mi novia y yo decidimos, después de comprar los disfraces, irnos a jugar xbox a mi casa. Como el tráfico es tan pesado decidimos salir a eso de las 7 cuando lo único que se mueve son los taxis que llevan gente a las fiestas. Me sorprendí un poco al ver que había trancón desde mi casa. Ingenuamente pensé que sería un accidente y que pasaría a las pocas cuadras... que lejos estaba de la realidad (y de llegar nuevamente a mi casa).

Al llegar a la calle en la cual me desvío para dirigirme al occidente de la ciudad (la 100) mi "alegría" fue infinita al descubrir que estaba cerrada por la dichosa maratón nocturna. ¿Cuántos pasacalles ví anunciándola? Cero, de verdad, lo juro. Desde la calle 130 hasta la calle 100, más de 30 cuadras, casi tres kilómetros, no había un aviso o un policía o una sola persona de logística avisando. Mi problema no es con la carrera ni con el trancón, la primera es un derecho de quienes viven aquí y la segunda es algo con lo que todos hemos aprendido a vivir. Mi problema es sentirme olvidado y menospreciado.

Alguien, activamente, decidió que ni yo ni mi tiempo le importaban, igual que el tiempo de no-sé-cuantas personas que duraron hasta 3 horas entre su carro. Ya hablé antes de cuanto pago por el derecho a usar mi carro y las otras tarifas asociadas al asunto, así que espero que alguien en la secretaría de movilidad de Bogotá (si es que ese ente todavía existe) diga "tal vez a la gente en Bogotá no le gusta sentirse olvidada por el gobierno distrital". Sé que es algo pequeño y que no pasa de una molestia un día a la semana, pero ya lo dice la biblia (en algún sitio, les queda de tarea): si no puedo confiar en lo pequeño ¿cómo carajos voy a confiar en lo grande?

Traducido: si no puedo confiar en que la secretaría de movilidad (y el distrito en general) tienen la capacidad de organizar el tráfico para una carrera de 10 Km ¿Cómo carajos puedo confiar que pueden hacer una obra de $900 billones como es el metro? No es por decir que el metro no sirva para nada (porque si sirve, pero luego les digo por qué... ¡Oh, el suspenso!), pero si es por decir que si lo van a hacer con la misma preparación que la carrera, lo que estamos es jodidos. Con esa incompetencia tan gigante ya no me sorprende que no hayan podido con los parqueaderos.

viernes, 23 de octubre de 2009

Cervezas y parqueaderos

Casi no encuentro sobre qué escribir pero entre el miércoles y hoy encontré dos cosas sobre las que me gustaría hablar. La primera es que el miércoles le expliqué a mis estudiantes como imponer un cargo fijo incentiva a que la gente consuma más, la segunda es que esta mañana, durante la hora que hay manejando entre mi casa y mi oficina, escuché dos noticias sobre movilidad.

Dado que aquí no son todos economistas les cuento que, en efecto, un cargo fijo hace más barato consumir más. Por ejemplo (y el ejemplo lo dio un estudiante): decido salir a tomar con mis amigos y vamos a un sitio donde el cover son $10.000 y cada cerveza cuesta $1000. Yo que no tomo decido pedir una sola, en promedio pagué $11.000 por cada cerveza. Mis amigos que toman (y toman mucho) deciden, cada uno, tomarse 10 cervezas; $20.000 en total y cada cerveza, al fnal del día, les costó solamente $2.000. La moraleja es que hay que tomar, mucho, tanto como puedan, para no desperdiciar la platica de la entrada.

Por otra parte, en Bogotá el asunto de la movilidad está siendo discutido acaloradamente. Por un lado tenemos aquello del metro vs. transmilenio vs. tren de cercanías (que trataré otro día) y por el otro tenemos las tarifas de los parqueaderos. Dejaré claro de una vez que no creo que se deba regular la tarifa de los parqueaderos y que estos, en efecto, deberían ser costosos. Ahora vamos al punto donde el ejemplo de la cerveza y los parqueaderos se unen mágicamente.

Todos los años, en febrero si no me equivoco, hay que pagar en Bogotá un impuesto al rodamiento. Cada año, en febrero, salen de mi bolsillo unos $300 mil destinados a ganar el derecho de manejar. El "cover" para acceder a las vías es de $300 mil. Debo pagar ciertas cosas: gasolina, parqueaderos, llantas, alineación y demás para poder disfrutar del derecho de usar las vías. Según lo que comentaba mi estudiante, me sale más barato usar mi carro cada vez que pueda usarlo. Si lo saco un día me cuesta $300 mil. Si lo saco todo el año, me cuesta los mismo $300 mil así que para sacar el máximo provecho, preferiré sacarlo cada vez que pueda.

Supongamos una mejor solución (nuevamente, regalando ideas gratis). En lugar de cobrarme cada año $300 mil mejor que me cobren cada vez que saco el carro $20 mil; por cada viaje. Con esto se acaba el incentivo de sacarlo siempre y mejor lo saco solo cuando realmente lo necesito. El resto del tiempo cogeré bus, transmilenio o taxi que, seguramente, salen más baratos. Volviendo a los parqueaderos, el problema de fondo es que como siento que tengo el derecho de sacar el carro todos los días, también siento que no deberían cobrarme más cosas por sacarlo. Quienes se quejan del alto costo bien podrían coger un taxi (una carrera de $8 mil vs. un parqueadero de $20 mil), el parqueadero sería en este caso el impuesto que debo pagar por congestionar las calles con mi carro.

Así pues, no me interesa el debate del costo de los parqueaderos porque, como siempre, es una pelea tonta sobre un asunto que no llega al fondo del problema. Se debe entender, además, que si decido comprar carro es porque sé desde el momento en que lo compro los costos en los que voy a incurrir. Dichos costos, se entiende también de antemano, son altos ya que el carro es un bien de lujo.

PD: Ya que traté el alcohol y la movilidad no puedo despedirme sin decirles que caminar borracho es 8 veces más peligroso que manejar borracho. Así que ya saben, si tomaron mejor manejen.

martes, 20 de octubre de 2009

Volver al blog

La escritura, al parecer, es un proceso completamente inercial. Después de escribir completamente juicioso todos los días durante poco más de un mes frené en seco por asuntos laborales. Como soy un animal de costumbres, no he podido ajustarme a escribir de noche ya que no puedo tener un itinerario preciso para hacerlo. Debería intentarlo por lo menos y no perder el impulso que llevaba.

Lo más aterrador es que entre más tiempo paso sin escribir es más difícil comenzar a escribir nuevamente. De ahí que haya escrito sobre la falta de inspiración casi tantas veces como "descansos" me he tomado: son una forma de hacer visible mi problema y obligarme a escribir más. No ha sido falta de temas, hay bastantes (por ejemplo, después de tanto buscar, ya hay disfraz). Es más una falta crónica de impulso y de terminar de darle forma a las ideas.

Mientras más escribo es más fácil, por ejemplo, hilar diferentes temas en una sola entrada. Comenzar con una inspiración fortuita y de ahí partir hacia lo desconocido. Al detenerme pierdo esa habilidad. No lo creía, pero escribir en realidad es como entrenar para un deporte o tocar un instrumento; si deja de hacerse se comienza a perder, aunque no del todo.

Así pues, esta breve entrada servirá para anunciar que volveré a escribir a diario (comenzando, lógicamente por otra entrada hoy). A la hora que sea y donde sea... le debo muchas cosas a muchas personas (como lo de sangre q-agulada panelita).

miércoles, 14 de octubre de 2009

Crónica de un disfraz: el arte de negociar

¿Peter Pan? No ¿Príncipe Caspian? No ¿Pirata? Mmmm... no ¿Preso? No ¿hombre-lobo (vestido de lentejuelas, estampado de zebra y demás)? Menos... Pasamos una hora viendo disfraces y nada me gustaba del todo. La verdad no soy exigente para el disfraz, solo tengo dos peticiones: nada de mallas y nada de Narnia. Hay otra lista de exigencias que se dan por entendidas: 90% de la población se disfraza de preso, pirata o fantasma.

Es importante tener en cuenta que para estar bien disfrazado a esta edad se debe cumplir al menos con una de las siguientes:
1) Un disfraz muy original (como el que se pega espejos y va de "bola de disco")
2) Un disfraz muy elaborado (como el que se pega agujas para ir del malo de "hellraiser")
3) Una comparsa (en la que la calidad no importa tanto como la actitud)
4) Un disfraz que haga juego con el de la pareja o mini-comparsa (tuerca y tornillo me parecen lo máximo, pero a mi novia le parece "poco sútil")

Una vez se llega a un acuerdo sobre el disfraz (al que ya llegamos pero no contaré) hay que resolver otra serie de preguntas ¿Hecho por nosotros o por alguien más? ¿Comprarlo o alquilarlo? ¿A dónde vamos a ir a lucirlo? ¿Con quienes vamos a ir? La primera pregunta es relativamente fáciles de resolver. Ni de riesgos lo voy a hacer; quien haya visto mis dibujos de jardín infantil y mis disfraces de años anteriores sabe que la motricidad fina y la creatividad no son exactamente lo mío. Mi novia lo haría encantada, pero por aquello del trabajo es imposible.

¿Comprarlo o alquilarlo? Si lo compro sé que jamás lo voy a volver a usar. Si lo alquilo lo voy a usar todos los días desde el momento en que lo recoja hasta la hora de devolverlo. Le voy a sacar hasta el último peso pagado por alquilarlo. Cualquiera de las dos implica ir a ver disfraces, pero irlos a ver de verdad, no una simple hora como la que relataba al comienzo de esta entrada. Ver disfraces implica sacar las páginas amarillas, decidir un par de áreas a explorar (Galerías y Usaquén, por ejemplo) y salir a explorarlas. Pero explorarlas de verdad, con lista en mano para anotar las tiendas visitadas y los disfraces vistos. A esta fase no he llegado pero, con la proximidad del Halloween, creo que de este sábado no paso. Si no tenemos disfraz el domingo 25 a las 12 de la noche pasaré otro año encerrado en mi casa ignorando a los niños que van a pedir dulces.

Sobre el sitio para ir ya hay propuestas (o, mejor, propuesta). Una de mis lectoras y comentaristas mas asiduas encontró una fiesta en Teatrón. Otros comentaristas han sugerido otros lugares y es necesario deliberar. Las relaciones sentimentales son como un pequeño consejo de seguridad de la ONU en ese sentido: no se puede hacer nada sin aprobación de la mayoría y todo el mundo tiene derecho al veto. Además, ir a algún sitio a bailar implica que por nada del mundo puedo usar maquillaje (como la calabaza del año pasado) o de lo contrario, al terminar la noche, seré la versión "derretida" de mi disfraz original. Eso sin contar el ardor en los ojos y las manchas en la ropa.

Así pues, en esto va lo del disfraz: se están terminando las negociaciones y arreglos (como un contrato prenupcial) y ya se ve el humo blanco. Tanto se ve el humo blanco que ya decidí que vaya o no a una fiesta me voy a disfrazar, así sea para quedarme en mi casa jugando Xbox mientras afuera los niños timbran.

martes, 13 de octubre de 2009

Prejuicios

Ya que últimamente ha brotado el economista que reside en mi pero que es tímido para escribir introduciré un nuevo concepto que economista que se respete ha dicho alguna vez: ceteris paribus. Una forma importante de decir "todo lo demás constante". Y es que para el ejercicio serio de la economía dejar "todo lo demás constante" es algo bien importante. Cuando un físico estudia el efecto de la gravedad intenta controlar todo lo demás en su laboratorio: la fricción, la temperatura, la presión del aire... para poder decir que el efecto sobre un cuerpo se da por la gravedad debe comparar controlando todo lo demás que pueda interferir. Todo lo demás constante.

En economía es aún más importante ya que no podemos sentarnos a repetir mil veces la sociedad en la que vivimos y muchos datos de los que tenemos solo se observan una vez. Por ejemplo, para saber que las mujeres son discriminadas en el mercado laboral se compara una mujer con un hombre con educación, edad, hijos, estado civil y demás igual. Lo único que cambia es que ella es mujer y él es hombre. Si esta mujer hipotética gana menos que este hombre hipotético podemos decir, con un grado de certeza, que la están discriminando.

Los detalles técnicos de como se hace eso los dejaré para después (y como mis lectores fieles saben "después" en mi blog significa "nunca" o, en el mejor de los casos, "muuuuuuuucho después"). Por ahora me concentraré en la discriminación y en el "todo lo demás constante" para una breve reflexión que surgió de una comida. Tiene que ver con la homofobia.

No es raro escuchar quien se refiere a los homosexuales como aberrados. Muchos todavía creen hoy en día que todos son violadores, pederastas o las dos al tiempo. Todavía más curioso hay quienes lo ven como una enfermedad contagiosa ("no deje que los niños anden con él porque se les pega lo marica") y, en general, son tomados como una proyección de nuestros temores. No dispongo de información pero apostaría a que el número de pederastas homosexuales y heterosexuales es igual o muy cercano. Así como hay ladrones homosexuales hay ladrones heterosexuales. Así como hay parejas heterosexuales estables que se aman, también las hay homosexuales.

Dejando todo lo demás constante, no debería pensar lo peor de un homosexual ni tampoco darle un trato privilegiado. Las dos son discriminación. Trato diferente. Prejuicios... la tolerancia no quiere decir "dejemos que los pederastas violen niños", la tolerancia quiere decir "lo que importa es que sea pederasta, no su orientación sexual". Lo traigo a discusión porque muchos confunden las dos categorías aún cuando una no es condición necesaria ni suficiente de la otra. Puedo diferir de su estilo de vida (como difiero de los creyentes, de los antropólogos, de los noveleros, de los reggaetoneros, de los que gustan del fútbol) pero, en principio, no debería rechazarlos en función de eso.

Al párrafo que acabe escribir seguiría otro sobre la moral, lo que consideramos bueno y malo. Tristemente, aunque el tema me apasiona, ya son las 10:30 de la noche y mañana madrugo. Lo dejaré hasta aquí y, si alguien quiere hablar de la moral (y sé que más de uno querrá hacerlo) abajo queda la cajita de comentarios. Yo dormiré...

viernes, 9 de octubre de 2009

El costo de la vida

Comienzo con una pregunta ¿Cuál es la manía que hay en este país de amarrar todos los precios al IPC?

Prosigo con una explicación. El IPC, abreviación de Íncide de Precios al Consumidor, es el numerito que indica cuanto más cuesta vivir en Colombia (o, para ser precisos, en 13 de las ciudades) con el paso del tiempo. La idea de un índice es tomar un mes de un año y, a partir de ahí, medir en cuanto han aumentado los precios. El crecimiento en los precios se llama "inflación" y creo que este es el punto donde la lógica le falla a algunos de los padres de la patria (congresistas y jueces, a los del ejecutivo les dicen facistas). Para los fanáticos de amarrarlo todo al IPC la inflación es un número arbitrario que se le ocurre a alguien y por el cual hay que multiplicarlo todo: desde el precio de una bolsa de leche hasta los sueldos de todo el mundo. Así todos podemos seguir consumiento lo mismo pero pagando más.

Aunque en principio parece lógico la verdad es que ignora muchas cosas que, siendo sincero, me costó mucho tiempo entender (y sé que más de uno me dirá que estoy errado). El número que se reporta como inflación ya tiene en cuenta el aumento en el precio de todo, incluídos de forma indirecta los sueldos y está asociada al crecimiento económico. De forma muy sencilla, si una firma recibe más ingresos va a pagarle más a sus trabajadores (lo siento por los socialistas, pero hace rato que no vivimos en la Inglaterra de Dickens). Como los trabajadores reciben más plata están dispuestos a pagar más por, por ejemplo, una bolsa de leche. Muy simplificado pero así, a grandes rasgos, es que aumentan los precios.

Dejando atrás esa breve introducción a la economía retomo mi pregunta original ¿Cuál es la manía que hay en este país de amarrar todos los precios al IPC? No tiene lógica desde ningún punto de vista y lo único que hace es hacer que el año siguiente todos los precios suban más. O, peor aún, evita que se crezca más. Si, quienes lo proponen lo hacen con buenas intenciones, pero nuestras mamás nos enseñaron que ese es el camino al infierno.

Doy esta breve clase por una propuesta engendrada en el Congreso de la República para obligar a que las universidades aumenten su matricula máximo en la inflación del año. Muy noble ya que toma en cuenta que algunas personas se retiran de la universidad por no tener plata para pagarla y algunas universidades se pasan de vivas y cobran bonos extraordinarios o "clases voluntarias de inglés" que hay que tomar para graduarse. Por otra parte es sencillamente tonto. Seré directo: la educación es un negocio. Seré más general: toda actividad empresarial en la que se embarque un privado es un negocio. Punto final. Puede ser una entidad sin ánimo de lucro, pero aún estas necesitan dinero para seguir funcionando.

La educación es un negocio donde se compite por tener el mayor número de estudiantes, son quienes al final del día pagan las matrículas. Se puede competir de dos formas: por precio (semestre a $200 mil) o calidad (95% de nuestros profesores son Ph.D. y tenemos los mejores laboratorios en Colombia). Las malas noticias para quien propuso aquello del incremento es que son metas, habitualmente, incompatibles. Pagar capital humano altamente calificado cuesta, pagar instalaciones de alto nivel cuesta, pagar programas de bienestar universitario cuesta. Cuesta tanto que las universidades públicas que cobran barato están en la quiebra: no pueden dar semestres a $20 mil pesos y mantener la calidad de lo que ofrecen, al menos no sin ayuda del gobierno.

Me parece que es noble la intención de dar educación a todo el mundo al menor precio posible. Sin embargo, pedirles que se amarren una mano es una exageración. Considero irresponsable un proyecto de ley de ese tipo dado que tendría un efecto muy grave sobre la calidad de la educación superior que actualmente se ofrece. Es una lástima que a todo el mundo le preocupe que mucha gente estudie, pero que a muy pocos les preocupe que estudien bien. Yo prefiero lo segundo ¿Ustedes?

La historia del prepotente más estúpido y misógino que jamás haya pisado Miami

No quería escribir esta semana. El trabajo ha estado bastante agitado con pocas oportunidades para darme un respiro y escribir algo coherente. Pensaba terminar este "sabático" y esperar al nóbel de economía y al día de la raza para escribir algo pero se me cruzó una "noticia" que no podía creer: El carcelazo en Miami de Naren Daryanani. El actor "famoso" por ser uno de los hijos de los Franco en Padres e Hijos. Al principio pensé que se trataba de otra noticia súper amarillista de esas que se ven cuando de "estrellas" se trata (admito que he usado muchas comillas, pero todas son "merecidas"). La primera vez que lo leí lo único que me pareció extraño fue la comparación que hizo el periódico con CSI Miami:
Al mejor estilo de 'CSI Miami', es la historia vivida durante 28 horas que
estuvo privado de la libertad

Si ya hicieron click en el link y lo leyeron todo se habrán dado cuenta de que lo único que tiene la historia de parecido con CSI Miami es que pasó en Miami. No hay un asesinato ingenioso, lleno de intrigas con narcos y pandillleros. No hay mujeres voluptuosas súper erotizadas que dan testimonios tan ambiguos que uno no sabe sino hasta el final si son buenas o malas. No hay investigación forense. Ni está Horatio con sus gafas de sol. Quien escribió el artículo definitivamente no ve CSI Miami.

Como mis quejas sobre CSI Miami no daban para una entrada lo iba a dejar pasar. Seguirle dando a esas dos líneas sería caer en la repetición y la repetición. Me fuí a mi casa (la noticia salió ayer) y decidí olvidarme del tema. Pero hoy asaltó mi mente nuevamente. Caí en cuenta de que la historia no es Naren Daryanani quejándose porque los medios de comunicación exageraron su estadía en la carcel. No, es mucho más que eso: es la historia del prepotente más estúpido y misógino que jamás haya pisado Miami. Y eso ya es mucho decir si tenemos en cuenta que está llena de exiliados cubanos.

En resumen, al tipo lo metieron a la carcel hace un año durante 28 horas ¿No lo sabían? Yo tampoco, de hecho, hasta que leí el artículo era de los que pensaba que era uno de los "actores" que después de pasar por el mundillo de la televisión decidían dedicarse a otras cosas. Pues no, resulta que, al parecer, el tipo se puso a trabajar en novelas de Telemundo, convirtiéndose en una estrella Miamiense. Hace un año se dijo que era porque se había robado una gaseosa y dos chocolatinas cuyo valor ascendía a poco más de 6 dólares. El tipo lo nego todo, hasta ayer.

Dice que estaba un día en la playa cuando una niña lo reconoció ("porque allá todos son Telemunderos") y se acercó a hablarle. El problema es que un salvadoreño le dijo homosexual así que el Sr. Daryanani hizo lo más maduro que se puede hacer en esos casos: responderle "pues su papá que lo hizo tan feo" y luego se mando a pegarle. En medio del problema un niño se le "mandó" y, nuevamente, el Sr. Daryanani hizo lo que cualquier adulto maduro habría hecho: pegarle al "chino". Debo aclarar que no estoy exagerando, son las palabras textuales, en primera persona, del "actor".

El caso es que estuvo tan de malas que lo metieron preso pero tan de buenas que un policía cubano lo reconoció y alteró los papeles del arresto. Cambió de "golpear a un niño" a "robar 6 dólares". El primero es delito de corte, el segundo de 28 horas en la cárcel. Entonces, vamos en que el tipo paso de ser un ladrón de seis dólares a admitir en un periódico de circulación nacional que: 1) Atacó a alguien que dudo de su sexualidad, 2) Le pegó a un niño de 12 años y 3) Hizo que un policía se torciera para no pagar la carcel que merecía... Yo prefiero quedar como el ladrón de 6 dólares pero supongo que para el señor es importante mostrar que se va a ir a los golpes con cualquiera que ose dudar de su hombría. Lo entendemos Naren: eres un machito.

La verdad creo que el tipo está de buenas por no ser tan famoso como cree que es. Si lo fuera, después de sus declaraciones, toda la prensa rosa estaría buscando al policía que le cambió el registro, al salvadoreño que lo insultó y al niño golpeado. Las ventajas de ser medio don nadie.

lunes, 5 de octubre de 2009

El premio a mi medida

Comenzó la temporada de nóbeles. Al escribir la frase anterior me sentí viendo nuevamente una caricatura de Bugs Bunny, el pato Lucas (o Daffy, para los gringos) y Elmer Fudd: "¡temporada de conejos! ¡temporada de patos! ¡temporada de nóbeles!" y comienza el tiroteo. Tristemente, la temporada que comienza se refiere al momento del año en el cual empiezan a entregar los premios a científicos distinguidos que han ayudado al avance de la humanidad. Se otorgan en diferentes áreas: medicina, física, química, literatura, paz y economía. Se dice que no hay para los matemáticos por un problema de sábanas, la señora Nóbel le puso los cachos al señor Nóbel con un matemático; conclusión, los matemáticos no tienen premio (y tal vez jamás lo tengan). Tampoco hay premio a la biología porque cuando Nóbel murió la biología no era nada serio, Darwin recién había muerto y todos los temas de biología eran tabú.

La primera ceremonia se llevó a cabo en 1901. Todos los premios salvo el de economía estaban presentes. Los economistas tuvimos que esperar 67 años para que, en 1968, el banco central sueco entregara el primero de estos premios. Estimados colegas, la triste realidad es que los economistas tampoco podemos ganar un premio Nóbel. Podemos ganar, eso si, el premio Sveriges Riksbank en honor al Alfred Nóbel. En la página oficial del premio lo llaman "premio" en economía, en lugar del oficial "premio Nóbel".

No me estoy quejando. El inventor de los premios decidió cuales debían ser las disciplinas merecedoras de un premio. Los biologos, matemáticos y economistas nos sentamos a llorar hasta que los últimos tuvieron un alma caritativa que les dió el premio. Es lo justo. Sencillamente se respeta la última voluntad del hombre que trajo la dinamita al mundo. Por eso es que me ofende (como muchas cosas que me logran ofender) una carta firmada por un "grupo de eminentes científicos" pidiendo que, por favor, ya no entreguen premios a cosas tan obsoletas como la medicina sino que, mejor, los entreguen a la lucha contra el SIDA, al cambio climático o al científico con la sonrisa más deslumbrante... está bien, lo último es invento mío, pero se hacen a la idea. La carta la firma incluso un ganador del premio en el año 2001 quien, supongo, en un acto de coherencia, devolvió la plata del premio.

Por si no ha quedado lo suficientemente claro: estoy de acuerdo con la mesa directiva de la fundación que entrega el premio. Alfred Nóbel determinó una cosa en su testamento y hay que respetarla. Si los "minentes científicos" quieren más premios, pues que los paguen, como ya hicimos los economistas. Al Gore tiene un mundo de plata ¿Por qué no saca parte de esa plata (y de la que ya ganó como Nóbel de la paz) para pagar el premio "Al Gore en honor a Alfred Nóbel en control climático"? Me gustaría pensar que es por tacaño, para indignarme más. Pero, la verdad, debe ser porque es consciente, como el resto de la humanidad, que el afán científico no es inspirado por el número de premios que me voy a ganar sino por el deseo de descubrir. Los premios y el reconocimiento, si llegan, son solo tangenciales. De pronto estos "eminentes científicos" debería replantearse por qué hacen lo que hacen, si lo que quieren es adulación y reconocimiento, escogieron mal su carrera.

jueves, 1 de octubre de 2009

Crónica de un disfraz: el contexto

Para los despistados que usan mi blog como única fuente de información: hoy comienza el mes de octubre. Famoso por ser el mes de las brujas, el mes de los niños y el mes en el cual Chipre celebra su independencia (por cierto, el 5 de octubre es el día internacional del profesor). Las dos primeras implican que hay que disfrazarse al final del mes. Los niños se disfrazan para pedir dulces y los grandes se disfrazan para pedir, entre otras cosas, trago y premios en las disco de moda. La noche en la que todo esto debería pasar es el sábado 31 de octubre. Para los interesados en el contexto histórico les puedo contar que es el fruto del sincretismo religioso que se da cada cierto tiempo. Por un lado tenemos una fiesta celta (el samhain) y la fiesta católica que se puso encima (el día de todos los santos) que hoy en día conocemos como halloween.

Como bien dice wikipedia, para muchos la fiesta tiene sentido religioso. Los celtas se quejan de que les prostituyeron su fiesta y los católicos se quejan de que los celtas salen a adorar al diablo. Es interesante que las dos cosas sean igual de ciertas e igual de tontas. Por un lado se arman fiestas celtas en toda la ciudad que para muchos, incluyéndome, son fiestas de disfraces con las hadas y la naturaleza como tema. Por otro lado, no falta el idiota que piensa que el 31 de octubre deambulan las almas por ahí. En lo personal, el 31 de octubre es para mi la noche donde los niños de mi edificio me conocen como el "amargado del 903".

Nunca fuí muy fanático de este asunto de los disfraces. Tanto que tan pronto tuve uso de razón decidí que mejor me quedaba en la casa, vestido como la gente normal. Verán pues que desde niño era un viejito. Eso no evita que haya por ahí fotos mías vestido de pollito, osito, superman, Robin Hood (o Peter Pan, no recuerdo) y otra con un disfraz que alumbraba. Al quinto o sexto año dije "no más" y me independicé del yugo del disfraz. Los días que en mis colegios eran de disfrazarse, sencillamente no iba ¿a qué? ¿a ver a todo el mundo disfrazado y escuchar "no hay dulces para ti porque no tienes disfraz"? Pues no, mejor me quedo en la casa leyendo o viendo televisión.

El caso es que pasó el tiempo y, por alguna razón, cuando uno crece los disfraces se vuelven otra vez algo interesante. O di con amigos a los cuales les gustaba disfrazarse. Mi suplicio comenzó nuevamente solo que agravado. A diferencia de mi primera infancia, ya no tenía mamá dispuesta a comprarme el disfraz, no tenía plata para comprarlo y, mucho menos, creatividad para hacerlo. Así pues, pasé a ser conocido como el tipo que se disfrazaba de "hombre sin medias", "yo 3 años antes" o "estudiante de economía". Una vez gané el premio al peor disfraz y al menor esfuerzo. Merecidos los dos.

Así iba mi vida, sin sobresaltos y abrazando mi amargura, hasta que, como saben, tuve novia. Siguiendo con el contexto, ella es pediatra y adora a los niños. Eso me encanta. Los quiere tanto que en halloween hace algo de santos: se disfraza para atenderlos. Si en ropa normal es una labor complicada no me imagino lo difícil que debe ser hacerlo vestida de, por ejemplo, princesa. El año pasado llegamos a un punto de acuerdo porque ella estaba en una rotación donde no interactuaba tanto con los niños. Así terminé yo maquillado como calabaza y derritiéndome en una fiesta a la que fuímos (sin contar el "manchando todo lo que tocaba de naranja) y ella de ¿hada? No sé, esperaré a que comente para que defina el disfraz.

Este año la historia es otra. Está en una rotación rodeada de niños que seguramente se disfrazarán y ella también quiere hacerlo. Como ella conoce mi aversión al disfraz no me insistió mucho hasta que me dije "pues, si hay que disfrazarse al menos hagamos una crónica del asunto", de esta forma los amargados del mundo podrán saber lo que se siente este proceso. Así pues termina el contexto y la motivación del tema que ocupará los fines de semana de este mes: escoger disfraz y la posterior fiesta de disfraces.

Si tienen sugerencias para el disfraz (que debe ser de pareja, o si no no vale) o sobre el sitio para aquello del desorden el 31, se reciben. Tal vez no gane ningún premio (como ciertos amigos míos que ya han ganado premio dos veces por comparsa: el señor de los anillos y pac-man, veremos qué hacen este año) pero al menos se hará el intento.

Eso si... nada de Peter Pan, superman y demás que impliquen usar pantalones de lycra o materiales similares.

martes, 29 de septiembre de 2009

La cura milagrosa

Todos llevamos por dentro un vendedor de Herbalife. Un pequeño yo que nos pide permanentemente que convezcamos a todo el que se nos cruza de que nuestro estilo de vida es el mejor. Que nos hace sentir falsa modestia mientras esperamos como un cocodrilo en un río al incauto que nos pregunte "¿Cómo haces para _____?" donde la línea es cualquier cosa, desde tener uñas limpias hasta dejar de tomar. Ante esa pregunta nuestro vendedor de Herbalife decide que es hora de tomar el control y apaga nuestra parte consciente. Se dedica a pregongar las maravillas del té verde, gin seng, gotas homeopáticas, exorcista o cualquiera que sea el tratamiento que hacemos. No lo nieguen, aunque ya hayan apaciguado a su vendedor interior, lo tuvieron durante algún tiempo y también ayudaron a vender curas milagrosas.

Yo lo admito, también tuve un vendedor de Herbalife residiendo dentro de mi y a veces se asoma. El problema es que el mío no vende ninguna cura maravillosa e inmediata. Primero, el contexto. Para quienes no tienen la buena fortuna de conocerme o que no me ven hace más de 8 ó 10 meses, les cuento que he perdido 21 kilos de peso. Estaba pesadísimo, pero con mucha ayuda de la gente que quiero y de la gente que me quiere, he ido cumpliendo metas. Si no lo sabían, el sobrepeso es una condición horrible (condición, no enfermedad, el sobrepeso, en la mayoría de los casos, es causado por la misma persona, muy diferente a un cáncer) y es uno de los mejores predictores de corta vida. Decidí, finalmente, que quería conocer a mis nietos y, tal vez, Disney o bañar pingüinos en el estrecho de Magallanes.

El cambio es tan grande que la gente se queda mirándome y hace la invocación oficial al vendedor de Herbalife "¿Cómo haces para bajar todo eso?". La mirada de quienes me hacen la pregunta es amplia, como un perrito pidiéndo cariño (si alguien se resiste a un Beagle haciendo esa carita, es un desalmado) y, supongo, el corazón lleno de esperanza, de ilusiones, de la vida nueva que les esperan cuando hayan llegado al final de los 21 kilos. Todos esperan una cura mágica, lo sé bien porque eso era lo que yo esperaba. Nadie, ninguna de las veces, espera que la respuesta sea "cerrar la boca, dejar de comer dulce y por nada del mundo tomar trago". En resumen: comer bien.

¡Oh, la agonía de la desilusión! Quien anteriormente era un Beagle rogando por la última tajada de pizza se transforma en un ser desconfiado. Sé que en el fondo piensan que soy un egoísta por no compartir mi fórmula mágica. En el 95% de las veces vuelven a preguntar "¿Pero algo raro debes estar comiendo, o tomando pastillas, o cremas?" Parte de ser humano implica ese pensamiento mágico y esas ganas de tomar atajos. No creo que sea algo propiamente colombiano, más bien es algo completamente humano. Muy en el fondo todos queremos que la respuesta sea "un tratamiento de 2 millones de pesos" o "una dieta muy estricta pero rápida".

En el primer caso pensamos que podríamos hacerlo si quisieramos, pero que mejor uso esos 2 millones en algo más productivo. En el segundo caso tenemos la ilusión de lograrlo y, cuando los resultados no llegan, la podemos abandonar sin remordimiento "esa vida no es vida" 0 "puede que no viva mucho, pero le va a parecer que si". Mi vendedor de Herbalife es un amargado, pero al menos dice la verdad: La única forma de conseguir lo que queremos es estando dispuesto a sacrificar lo que tenemos y no sentarnos a esperar una cura milagrosa que se ajuste a nuestros problemas. Mucho menos si es una "vacuna" que no tiene registro médico y la inyectan en cualquier gimnasio o peluquería.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Comercio internacional

Ayer salió en El Espectador una entrevista con Fernando Vallejo con motivo del doctorado Honoris Causa que le dio la Universidad Nacional de Colombia. Nunca he leído ninguna obra de él así que no puedo comentar sobre sus méritos pero, debo asumir, que si la gente habla tanto de lo que escribe es porque algo bueno debe tener. El escritor cada vez que habla pone de mal genio a alguien: a los uribistas, a los del polo, a los liberales, a los patriotas fervorosos, a los amantes de los toros, a los que odian a los toros... a todo el mundo. No discrimina y eso, al menos, lo hace consistente.

Para muchos el tipo es alguien que dice las cosas de frente y sin miedo. Tal vez, pero, honestamente, he escuchado críticas mejor articuladas de personas mucho menos famosas. De pronto sea por el formato de la entrevista, el escritor no puede prolongarse, aunque tampoco se le ven ganas de hacerlo. Traigo su entrevista por la estrategia que propuso para sacar a Colombia de su crisis: cerrar las importaciones y dejar que la industria nacional "florezca sin tantas trabas".

Cuando leo afirmaciones como esa me siento a pensar que si bien Fernando Vallejo puede ser un escritor brillante, eso no lo convierte en una autoridad en todos los temas. Así como un economista brillante no va a meter su mano en una cirugía o un ingeniero mecánico brillante no se pone a levantar edificios (si lo hace, sería un ingeniero mecánico y civil brillante). No culparé al escritor por su afirmación, de hecho es algún rezago de nuestros antepasados mercantilistas el que nos empuja a encerrarnos dentro de una frontera aleatoria. No es para nada intuitivo que abrir las importaciones mejora la vida de todos.

Mis colegas sabrán tan bien como yo que aprender comercio internacional es una experiencia reveladora. Pocas cosas en economía se comportan con una precisión y regularidad tan asombrosa como el comercio entre países (tal vez la gravedad). A mis no colegas, procederé a explicarles porque, pese a los afiches del PDA donde anuncian la reconquista (un TLC con España), a todos, incluídos ellos, nos conviene estar dentro del mundo.

Comencemos por lo evidente. Si cerramos realmente las importaciones y todo el comercio ¿de dónde vamos a sacar la tecnología para desarrollar nuestras industrias? Claro, alguno dirá que cerrar la entrada de tecnología foránea nos obliga a desarrollar la propia. Y tienen toda la razón, pero ¿por qué pagar ese costo si alguien más ya lo hizo? Al descomponer todo avance tecnológico nos encontramos con otro que lo antecede ¿Dónde trazamos la línea de lo que es foráneo? Hasta donde tengo entendido ni los computadores, ni los carros, ni la combustión, ni el teléfono, ni siquiera la rueda, son inventos colombianos ¿Vamos a dejar de traer todo eso para desarrollarlo aquí? Esa es la primera hipocresía del proteccionista "vamos a cerrar las importaciones, pero por favor nos venden la tecnología" o "vamos a desarrollar algo que tomo siglos solo por mantener el orgullo patrio". A ellos les digo: muchas gracias, pero mejor seguimos trayendo vacunas y medicamentos.

Sigamos de lo más obvio a lo menos obvio. En esa lista sigue la calidad de las cosas que se fabrican ¿Alguien, de verdad, va a comprar un computador hecho 100% en Colombia? Lo dudo, o al menos no lo hará durante las primeras 4 ó 5 generaciones del aparato mientras los ingenieros colombianos aprenden el asunto. No estoy diciendo que todos los productos hechos en Colombia sean de menor calidad. Ni siquiera estoy diciendo que los productos de valor agregado sean malos, hay en Colombia firmas que tienen patentes usadas por medio mundo y que las dejan en una buena posición de competir por fuera y por dentro. Y esa, estimados lectores, es la palabra clave "competir". Un país como Colombia no requiere muchos aviones a lo largo de su historia, al menos no tantos como para que haya más de un productor. Si solo hay una persona que me venda la verdad es que tengo pocas opciones: o compro o me quedo sin lo que busco. Y todos sabemos lo buenas que eran muchas de las firmas colombianas que tan pronto les metieron competencia quebraron.

Y para terminar, lo menos evidente: si no importamos, no exportamos. Fin de la discusión, no hay nada más que decir y si alguien dice lo contrario, espero convencerlo con una pregunta sencilla ¿Para qué exportamos? Cada vez que vendemos algo a Estados Unidos, por ejemplo, nos dan dólares y, hasta donde tengo entendido, en Colombia no me reciben dólares para comprar el pan del desayuno. Los dólares, en principio, solamente sirven en Estados Unidos y cuando le compramos algo a otro país estamos (¡Horror de horrores!) importando. Si me prohiben importar cosas ¿Para qué voy a exportarlas? ¿Para empapelar mi casa con los dólares? No, gracias.

Si todo lo anterior es cierto ¿Por qué tenemos gente que pide encerrarnos? Algunos, como Fernando Vallejo, son simplemente ingenuos. Otros, cuyos nombres no diré pero todos sabemos, son sencillamente egoístas. Son peces pequeños que saben que solo podrán ser grandes destruyendo a los demás y cambiando el oceáno por una pecerita.

PD: Supongo que esto cuenta como la primera entrada en la serie "eduquemos en economía"... si no es lo suficientemente clara algo hice mal.