jueves, 10 de diciembre de 2009

Un asunto de fe

Después de un largo debate suscitado por un vínculo publicado en mi facebook (que pondré en la noche cuando pueda acceder a él) sobre la religión mi interlocutor me hace una serie de preguntas bastante, bastante buenas, que me gustaría responder. Como ya no quiero seguir alargando el asunto en facebook y además me parece un tema interesante (y para revivir mi blog) decidí darle la respuesta por aquí.

Resumo brevemente mi postura: a la fecha no he visto una prueba realmente interesante que muestre que existe algún dios. Ninguno. Aclaro que esto se refiere a la existencia de un dios que interviene en los asuntos de los hombres de forma activa y por lo tanto es sujeto a medirse o experimentarse. La cuestión sobre un dios que lo creó todo y se fue o que está por ahí pero responde a las peticiones con exactamente la misma regularidad que se observaría si no existiera es inútil debatirla. En primer lugar son preguntas que no puedo resolver (como la tetera de Rusell) o son preguntas que no importa responder. En segundo lugar, si existe un dios que no interviene no hay ninguna razón para preocuparme por él. Él se encuentra en un sitio y yo en otro (igual que la dichosa tetera).

Como yo hay miles (o tal vez millones) de personas. De hecho, muchos de los que responden en el censo que son católicos (o creyentes de cualquier otra religión) a la hora de la verdad se preocupan poco por vivir como creyentes. Para la mayor parte eso ni siquiera es problema y dejan seguir sus vidas así, sin preocuparse por el asunto. Algunos de mis conocidos insisten en que yo debería preocuparme menos por los temas de la religión y los dioses y dedicarme a labores más productivas (como, finalmente, terminar el mundo 8-4 de Súper Mario Bros.). Hay otros que decidieron que es importante debatir este tema y que es importante hacerlo por diferentes razones. Entre ellas la cantidad de vidas que se desperdician en manos de ilusiones o, muchísimo peor, la cantidad de daño que se hacen las personas por perseguirlas. Para no ir más lejos, los musulmanes y los judíos están que se exterminan (y con ellos a la humanidad) por un pedazo de tierra escriturado por un ser del cual no estamos seguros. Es como salir a matar gente por escuchar voces, solo que en este caso los que escuchan las voces tienen uranio enriquecido.

La introducción estuvo bastante larga así que preparénse porque esto va a ser bien largo (y no lo voy a separar). Hay personajes que son muy críticos sobre el tema y no dejan pasar oportunidad para mencionarlo. Entre los más famosos puedo mencionar a Richard Dawkins, Christopher Hitchens, PZ Myers, Daniel Dennett y Sam Harris. Son dos biológos y tres filósofos, aunque también hay médicos, sociólogos, economistas, físicos y de casi todas las ramas del conocimiento humano. Las preguntas que hace mi interlocutor tienen que ver con estos personajes y con la ciencia en general (parafraseándo y traduciendo):
¿Por qué un científico como Dawkins es considerado una autoridad? ¿No es, a fin de cuentas una cuestión de fé en el método científico? ¿No es esto una invitación a creer en no creer?
La respuesta a la primera pregunta es que Dawkins es considerado una autoridad porque ha mostrado consistentemente tener la razón en sus postulados sobre biología. Algunos de mis lectores dirán que sus propuestas son ampliamente debatidas y que todavía existe el debate sobre si la evolución es una cuestión puramente de genes o si el desarrollo del embrión tiene algo que ver. Y si, hasta donde tengo entendido (soy economista, recuerdénlo) ese debate existe. Pero eso no quita importancia a tres cosas: la primera es que a medida que se encuentra nueva evidencia Dawkins la incorpora a sus explicaciones y, llegado el caso, está dispuesto a abandonar su postura (o eso nos ha hecho pensar después de una vida entregada a la ciencia). La segunda es que todo lo que explica está basado en observaciones que cualquier otra persona puede corroborar, no es conocimiento revelado, es conocimiento adquirido. La tercera, Dawkins nunca ha afirmado ser infalible.

La respuesta a la segunda pregunta tiene un truco dado que la misma pregunta tiene un truco. Hay que definir primero qué es la fe. En mi diccionario y en el uso que le doy al término significa "creer algo sin tener la evidencia que lo sustente". Así pues yo tengo fe en que mis hijos serán multimillonarios pero estoy seguro de que tendrán pelo negro (igual que mi novia y yo). Espero que este ejemplo muestre la diferencia entre tener fe en algo y conocer algo. Yo no tengo fé en el método científico dado que, nuevamente, el método científico es una forma de aproximarse a la realidad. Se realizan observaciones, se postulan hipótesis y se prueban. A la fecha puedo decir que mis hijos tendrán pelo negro dado que ningún experimento ha mostrado lo contrario, pero si alguno (bien hecho) muestra que, en efecto, pueden ser rubios, no tengo problema en incorporlarlo a mi modelo del mundo.

Cabe aclarar que el método científico solo aplica a preguntas sobre el mundo natural (humanos y mercados incluídos). Hay preguntas que no puedo resolver científicamente, como los unicornios rosados. A un dios que interviene en los asuntos humanos puedo aplicarlo dado que, si bien este dios no existe en nuestro mismo plano, si interactúa con él. A la fecha nadie ha visto la materia oscura pero sabemos que existe porque interactúa con el universo creando masa en espacios que deberían estar bien desocupados.

Finalmente tenemos aquello de "creer en no creer". Esta tiene una respuesta relativamente simple. Yo no creo y ya. Igual que Tomás o que Saulo de Tarso. Ellos tampoco creían y Jesus mismo se apareció frente a ellos para convencerlos. La verdad creo que dentro de la misma biblia no hay un resumen mejor de mi punto de vista ¿por qué creer en algo que no estamos seguros si pasó? Una vez llegue la evidencia la cosa es a otro precio, pero evidencia de verdad, objetiva, como poder hundir un dedo en los huecos que dejaron los clavos, ver las tablas de oro de los mormones, montar en la nave de Xenu o ver a Helios halando el sol con su carruaje. Hasta que algo así pase mi postura sobre los dioses será la misma que sobre la homeopatía: agua, galletas y buenas intenciones.

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