miércoles, 14 de octubre de 2009

Crónica de un disfraz: el arte de negociar

¿Peter Pan? No ¿Príncipe Caspian? No ¿Pirata? Mmmm... no ¿Preso? No ¿hombre-lobo (vestido de lentejuelas, estampado de zebra y demás)? Menos... Pasamos una hora viendo disfraces y nada me gustaba del todo. La verdad no soy exigente para el disfraz, solo tengo dos peticiones: nada de mallas y nada de Narnia. Hay otra lista de exigencias que se dan por entendidas: 90% de la población se disfraza de preso, pirata o fantasma.

Es importante tener en cuenta que para estar bien disfrazado a esta edad se debe cumplir al menos con una de las siguientes:
1) Un disfraz muy original (como el que se pega espejos y va de "bola de disco")
2) Un disfraz muy elaborado (como el que se pega agujas para ir del malo de "hellraiser")
3) Una comparsa (en la que la calidad no importa tanto como la actitud)
4) Un disfraz que haga juego con el de la pareja o mini-comparsa (tuerca y tornillo me parecen lo máximo, pero a mi novia le parece "poco sútil")

Una vez se llega a un acuerdo sobre el disfraz (al que ya llegamos pero no contaré) hay que resolver otra serie de preguntas ¿Hecho por nosotros o por alguien más? ¿Comprarlo o alquilarlo? ¿A dónde vamos a ir a lucirlo? ¿Con quienes vamos a ir? La primera pregunta es relativamente fáciles de resolver. Ni de riesgos lo voy a hacer; quien haya visto mis dibujos de jardín infantil y mis disfraces de años anteriores sabe que la motricidad fina y la creatividad no son exactamente lo mío. Mi novia lo haría encantada, pero por aquello del trabajo es imposible.

¿Comprarlo o alquilarlo? Si lo compro sé que jamás lo voy a volver a usar. Si lo alquilo lo voy a usar todos los días desde el momento en que lo recoja hasta la hora de devolverlo. Le voy a sacar hasta el último peso pagado por alquilarlo. Cualquiera de las dos implica ir a ver disfraces, pero irlos a ver de verdad, no una simple hora como la que relataba al comienzo de esta entrada. Ver disfraces implica sacar las páginas amarillas, decidir un par de áreas a explorar (Galerías y Usaquén, por ejemplo) y salir a explorarlas. Pero explorarlas de verdad, con lista en mano para anotar las tiendas visitadas y los disfraces vistos. A esta fase no he llegado pero, con la proximidad del Halloween, creo que de este sábado no paso. Si no tenemos disfraz el domingo 25 a las 12 de la noche pasaré otro año encerrado en mi casa ignorando a los niños que van a pedir dulces.

Sobre el sitio para ir ya hay propuestas (o, mejor, propuesta). Una de mis lectoras y comentaristas mas asiduas encontró una fiesta en Teatrón. Otros comentaristas han sugerido otros lugares y es necesario deliberar. Las relaciones sentimentales son como un pequeño consejo de seguridad de la ONU en ese sentido: no se puede hacer nada sin aprobación de la mayoría y todo el mundo tiene derecho al veto. Además, ir a algún sitio a bailar implica que por nada del mundo puedo usar maquillaje (como la calabaza del año pasado) o de lo contrario, al terminar la noche, seré la versión "derretida" de mi disfraz original. Eso sin contar el ardor en los ojos y las manchas en la ropa.

Así pues, en esto va lo del disfraz: se están terminando las negociaciones y arreglos (como un contrato prenupcial) y ya se ve el humo blanco. Tanto se ve el humo blanco que ya decidí que vaya o no a una fiesta me voy a disfrazar, así sea para quedarme en mi casa jugando Xbox mientras afuera los niños timbran.

2 comentarios:

  1. disfrazate de LUMPA LUMPA

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  2. bueno mi querido EPA, pongamonos de acuerdo entonces. La fiesta en teatron es el 31 y cuesta 38.500 si se compra ya en tu boleta, vamos??? y yo armo el resto del parche

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