lunes, 5 de octubre de 2009

El premio a mi medida

Comenzó la temporada de nóbeles. Al escribir la frase anterior me sentí viendo nuevamente una caricatura de Bugs Bunny, el pato Lucas (o Daffy, para los gringos) y Elmer Fudd: "¡temporada de conejos! ¡temporada de patos! ¡temporada de nóbeles!" y comienza el tiroteo. Tristemente, la temporada que comienza se refiere al momento del año en el cual empiezan a entregar los premios a científicos distinguidos que han ayudado al avance de la humanidad. Se otorgan en diferentes áreas: medicina, física, química, literatura, paz y economía. Se dice que no hay para los matemáticos por un problema de sábanas, la señora Nóbel le puso los cachos al señor Nóbel con un matemático; conclusión, los matemáticos no tienen premio (y tal vez jamás lo tengan). Tampoco hay premio a la biología porque cuando Nóbel murió la biología no era nada serio, Darwin recién había muerto y todos los temas de biología eran tabú.

La primera ceremonia se llevó a cabo en 1901. Todos los premios salvo el de economía estaban presentes. Los economistas tuvimos que esperar 67 años para que, en 1968, el banco central sueco entregara el primero de estos premios. Estimados colegas, la triste realidad es que los economistas tampoco podemos ganar un premio Nóbel. Podemos ganar, eso si, el premio Sveriges Riksbank en honor al Alfred Nóbel. En la página oficial del premio lo llaman "premio" en economía, en lugar del oficial "premio Nóbel".

No me estoy quejando. El inventor de los premios decidió cuales debían ser las disciplinas merecedoras de un premio. Los biologos, matemáticos y economistas nos sentamos a llorar hasta que los últimos tuvieron un alma caritativa que les dió el premio. Es lo justo. Sencillamente se respeta la última voluntad del hombre que trajo la dinamita al mundo. Por eso es que me ofende (como muchas cosas que me logran ofender) una carta firmada por un "grupo de eminentes científicos" pidiendo que, por favor, ya no entreguen premios a cosas tan obsoletas como la medicina sino que, mejor, los entreguen a la lucha contra el SIDA, al cambio climático o al científico con la sonrisa más deslumbrante... está bien, lo último es invento mío, pero se hacen a la idea. La carta la firma incluso un ganador del premio en el año 2001 quien, supongo, en un acto de coherencia, devolvió la plata del premio.

Por si no ha quedado lo suficientemente claro: estoy de acuerdo con la mesa directiva de la fundación que entrega el premio. Alfred Nóbel determinó una cosa en su testamento y hay que respetarla. Si los "minentes científicos" quieren más premios, pues que los paguen, como ya hicimos los economistas. Al Gore tiene un mundo de plata ¿Por qué no saca parte de esa plata (y de la que ya ganó como Nóbel de la paz) para pagar el premio "Al Gore en honor a Alfred Nóbel en control climático"? Me gustaría pensar que es por tacaño, para indignarme más. Pero, la verdad, debe ser porque es consciente, como el resto de la humanidad, que el afán científico no es inspirado por el número de premios que me voy a ganar sino por el deseo de descubrir. Los premios y el reconocimiento, si llegan, son solo tangenciales. De pronto estos "eminentes científicos" debería replantearse por qué hacen lo que hacen, si lo que quieren es adulación y reconocimiento, escogieron mal su carrera.

8 comentarios:

  1. Por mí, que declararan desierto el premio de economía. Al menos por un par de años, hasta que aparezca alguien como Akerlof, Arrow, Heckman o Samuelson.

    ResponderEliminar
  2. Le parece grave el estado actual de la economía?

    ResponderEliminar
  3. No me parece grave el estado de la economía. De hecho, me parece que vamos por buen camino. Solo me parece que algunos de los premios que se han dado:

    a) Se otorgan por aportes que no tienen la magnitud ni la importancia necesaria. En estos momentos, ¿hay candidatos que hayan hecho aportes novedosos que le hayan cambiado el rumbo a la economía?

    b) se utilizan para hacer política.

    Un par de declaraciones desiertas y el premio vuelve a coger credibilidad.

    ResponderEliminar
  4. "Asustarlos para que se pongan las pilas"? Me gusta... me gusta...

    ResponderEliminar
  5. Para que no peleen, que me den el premio nobel de economia a mi... porque logré hacer mercado para un mes con $250.000 pesos!!!!!

    ResponderEliminar
  6. Pues debo decir que si hay algo que ha caracterizado a los más grandes científicos que he conocido ha sido su humildad, tesón y su afán por descubrir... y por publicar...
    porque es para eso que nos pagan :S
    jajaja

    Bueno, también puedes incluir en la lista de los llorones a los artistas no escritores (o literatos -para no herir susceptibilidades-).

    Para ser justos, los premios de medicina de los últimos años han sido todos para biólogos y/o microbiólogos... y no siempre han sido por aportes trascendentales para el avance de la ciencia, y dado que los científicos no investigan por los premios, declararlos desiertos no creo que aumente la presión sobre ellos. ¿sería diferente con los economistas?

    ResponderEliminar
  7. Yo no escribí que declarar desierto el Nobel crearía un incentivo adicional para investigar. Solo dije, en medio de mi ignorancia, que no parece haber alguien a quién dárselo. Iba a colgar una lista de candidatos que encontré por ahí pero esta vaina no me deja pegarla.

    ResponderEliminar

A mi blog le interesan sus comentarios...