viernes, 17 de abril de 2009

Mi blog se pregunta por el afán evangelizador (segunda parte de dos)

Ya me descubrí como ateo. Ya dije de forma muy breve lo que pasa cuando lo digo y dejé para otra ocasión explicar por qué me molesta que me evangelicen. Muy bien, esta es la otra ocasión.

Siempre he pensado, incluso antes de ser ateo, que todas las religiones son una especie de virus. Dependen de su capacidad de multiplicarse para poder sobrevivir. Después de leer un poco descubrí que mi maravillosa idea no era tan original (como todas las "innovadores" ideas destinadas a cambiar el mundo cuando se es adolescente y no se ha leído mucho). De hecho Richard Dawkins tiene un ensayo completo sobre el tema así que no me voy a expandir mucho en esto.

A decir verdad, antes de ser ateo lo percibía de otra forma: todos los dioses existen en igualdad de condiciones y lo que hacen es jugar con los humanos. Muy parecido a como se juega Age of Empires o Civilization. Las religiones que han desaparecido, como la creencia en el Olimpo, sencillamente quiere decir que el dios/jugador perdió todas sus tropas y, por lo tanto, queda fuera del juego. Esta analogía puede llevarse un poco más lejos si se tiene en cuenta que los creyentes de cada religión tienen ventajas, desventajas y unidades especiales: acceso a milagros, prohibición de comer cerdo, unidades suicida, etcétera...

Sé que parece que me estoy desviando mucho del tema, pero no es así. Todo lo anterior está orientado a ilustrar dos puntos importantes: Primero, los creyentes están programados para expandir su mensaje. Si no lo hacen su deidad perderá el juego y la verdad no creo que un católico quiera que Alá se ría de Jesús cuando logre adueñarse de Jerusalén. A mi, personalmente, me enfurece perder y si yo, cero-poderoso, soy irritante de mal genio, no me imagino lo que haría una deidad al perder... el segundo punto: si, toda la angustia de los creyentes me parece ridícula en cierta medida.

Los ateos, en esta analogía, seríamos los bandidos genéricos que cada cierto tiempo aparecen en el juego (como los bárbaros de Civilization) y deben ser convertidos en tropas propias o eliminados. Aún cuando en realidad no nos interesan las peleas infantiles de los dioses y lo que queremos es deambular por ahí, solo reaccionando cuando nos atacan.

Finalmente la analogía ha cerrado el círculo. Si estoy tranquilo, si estoy deambulando por ahí sin hacer nada ¿Para qué atacarme? No es que el mapa sea tan pequeño como para que una persona de más sobre. De hecho, no sobro ya que si decido convertirme automáticamente adquiero el derecho a existir en él.

Alguien me ha dicho que debería dejar en paz a quienes intentan evangelizarme. Que los deje vivir tranquilos y que respete su creencia ¿No tengo yo el mismo derecho a vivir tranquilo? No voy por la calle diciéndole a cuanto cristiano, judío o musulmán que se me atraviesa que considero que su creencia es un cuento de hadas (si, es lo que opino). De hecho, ni siquiera se enterarían de que lo pienso si no se esforzaran en convertirme con esa seguridad arrogante que los caracteriza.

Y esa seguridad es mi mayor problema. No la soporto. Me pudre ver como se acercan a mi con su cara de "pobrecito" a hablarme convencidos de las enseñanzas de la biblia. Muchos se comieron el cuento de su catequista y de verdad creen que tienen la razón. Supongo que tendrán bastantes victorias desde que están seguros, tantas como para afirmar que el ateísmo es "solo una fase". Y si, en muchos lo es, a tal punto que cuando los confrontan, se quiebran y vuelven al rebaño. Por eso su seguridad.

Conmigo, desafortunadamente para ellos, las cosas son diferentes. No solo porque fui católico 22 años de mi vida, católico fervoroso de misa cada domingo, sino porque las mismas dudas que me condujeron al ateísmo son aquellas dudas que los creyentes no miran... son aquellas que no les gusta mirar. De mi lado está la lógica que, por la naturaleza de la creencia dogmática, está desactivada en los creyentes.

Si, sé que cada creyente que lee esto está pensando "yo si tengo el argumento", sé que está pensando que su lógica es infalible. Les tengo una noticia: no, no es infalible. Es la lógica que funciona con los que ya creen, los argumentos que tienen sirven para reforzar y no para demostrar una creencia. Me explico: cuando el sacerdote explica en la misa por qué los evangelios son un documento histórico le está hablando a los convertidos, gente que está dispuesta a creerlo.

En mi caso (y el de la mayor parte de los ateos) lo voy a confrontar con una pregunta tan sencilla como temida "¿Por qué?". En ese punto la mayor parte queda con la mirada atónita (que disfruto, un placer culpable) y se limitan a decir, como si fuera evidente, "¡porque lo dice la biblia (el corán, el popol vuh, etcétera...)!". Este es el momento donde pierdo todo mi interés y, si la persona me cae bien, intento cambiar de tema para ahorrarle la pena.

Algunos tienen respuesta, todos creen que es original y es la bala de plata contra el ateísmo, pero no, no lo es. Cada argumento a favor de la religión y la creencia en seres sobrenaturales es el mismo argumento elaborado por todos los demás. Como si desde el siglo 15 nadie se hubiera preocupado por encontrar nuevos argumentos.

Ninguno tiene argumentos realmente buenos y es una lástima ya que con ellos sería un placer debatir, me encanta sentir el estímulo y la obligación de leer más para apoyar mis argumentos. Me encanta tener la oportunidad de ser confrontado para refinar mis propios argumentos. Tristemente eso no ha pasado aún, tal vez algún día pasará y seré yo quien quede como el prepotente que cree que todo lo sabe. Eso espero a decir verdad, porque si ese día nunca llega algo muy grave habrá pasado: o me dio miedo confrontar mis creencias o sencillamente los creyentes son tan simples como parecen.

En resumen: no me evangelicen y si lo hacen al menos preparénse. Con esta sencilla premisa todos seremos más felices.

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