lunes, 28 de septiembre de 2009

Comercio internacional

Ayer salió en El Espectador una entrevista con Fernando Vallejo con motivo del doctorado Honoris Causa que le dio la Universidad Nacional de Colombia. Nunca he leído ninguna obra de él así que no puedo comentar sobre sus méritos pero, debo asumir, que si la gente habla tanto de lo que escribe es porque algo bueno debe tener. El escritor cada vez que habla pone de mal genio a alguien: a los uribistas, a los del polo, a los liberales, a los patriotas fervorosos, a los amantes de los toros, a los que odian a los toros... a todo el mundo. No discrimina y eso, al menos, lo hace consistente.

Para muchos el tipo es alguien que dice las cosas de frente y sin miedo. Tal vez, pero, honestamente, he escuchado críticas mejor articuladas de personas mucho menos famosas. De pronto sea por el formato de la entrevista, el escritor no puede prolongarse, aunque tampoco se le ven ganas de hacerlo. Traigo su entrevista por la estrategia que propuso para sacar a Colombia de su crisis: cerrar las importaciones y dejar que la industria nacional "florezca sin tantas trabas".

Cuando leo afirmaciones como esa me siento a pensar que si bien Fernando Vallejo puede ser un escritor brillante, eso no lo convierte en una autoridad en todos los temas. Así como un economista brillante no va a meter su mano en una cirugía o un ingeniero mecánico brillante no se pone a levantar edificios (si lo hace, sería un ingeniero mecánico y civil brillante). No culparé al escritor por su afirmación, de hecho es algún rezago de nuestros antepasados mercantilistas el que nos empuja a encerrarnos dentro de una frontera aleatoria. No es para nada intuitivo que abrir las importaciones mejora la vida de todos.

Mis colegas sabrán tan bien como yo que aprender comercio internacional es una experiencia reveladora. Pocas cosas en economía se comportan con una precisión y regularidad tan asombrosa como el comercio entre países (tal vez la gravedad). A mis no colegas, procederé a explicarles porque, pese a los afiches del PDA donde anuncian la reconquista (un TLC con España), a todos, incluídos ellos, nos conviene estar dentro del mundo.

Comencemos por lo evidente. Si cerramos realmente las importaciones y todo el comercio ¿de dónde vamos a sacar la tecnología para desarrollar nuestras industrias? Claro, alguno dirá que cerrar la entrada de tecnología foránea nos obliga a desarrollar la propia. Y tienen toda la razón, pero ¿por qué pagar ese costo si alguien más ya lo hizo? Al descomponer todo avance tecnológico nos encontramos con otro que lo antecede ¿Dónde trazamos la línea de lo que es foráneo? Hasta donde tengo entendido ni los computadores, ni los carros, ni la combustión, ni el teléfono, ni siquiera la rueda, son inventos colombianos ¿Vamos a dejar de traer todo eso para desarrollarlo aquí? Esa es la primera hipocresía del proteccionista "vamos a cerrar las importaciones, pero por favor nos venden la tecnología" o "vamos a desarrollar algo que tomo siglos solo por mantener el orgullo patrio". A ellos les digo: muchas gracias, pero mejor seguimos trayendo vacunas y medicamentos.

Sigamos de lo más obvio a lo menos obvio. En esa lista sigue la calidad de las cosas que se fabrican ¿Alguien, de verdad, va a comprar un computador hecho 100% en Colombia? Lo dudo, o al menos no lo hará durante las primeras 4 ó 5 generaciones del aparato mientras los ingenieros colombianos aprenden el asunto. No estoy diciendo que todos los productos hechos en Colombia sean de menor calidad. Ni siquiera estoy diciendo que los productos de valor agregado sean malos, hay en Colombia firmas que tienen patentes usadas por medio mundo y que las dejan en una buena posición de competir por fuera y por dentro. Y esa, estimados lectores, es la palabra clave "competir". Un país como Colombia no requiere muchos aviones a lo largo de su historia, al menos no tantos como para que haya más de un productor. Si solo hay una persona que me venda la verdad es que tengo pocas opciones: o compro o me quedo sin lo que busco. Y todos sabemos lo buenas que eran muchas de las firmas colombianas que tan pronto les metieron competencia quebraron.

Y para terminar, lo menos evidente: si no importamos, no exportamos. Fin de la discusión, no hay nada más que decir y si alguien dice lo contrario, espero convencerlo con una pregunta sencilla ¿Para qué exportamos? Cada vez que vendemos algo a Estados Unidos, por ejemplo, nos dan dólares y, hasta donde tengo entendido, en Colombia no me reciben dólares para comprar el pan del desayuno. Los dólares, en principio, solamente sirven en Estados Unidos y cuando le compramos algo a otro país estamos (¡Horror de horrores!) importando. Si me prohiben importar cosas ¿Para qué voy a exportarlas? ¿Para empapelar mi casa con los dólares? No, gracias.

Si todo lo anterior es cierto ¿Por qué tenemos gente que pide encerrarnos? Algunos, como Fernando Vallejo, son simplemente ingenuos. Otros, cuyos nombres no diré pero todos sabemos, son sencillamente egoístas. Son peces pequeños que saben que solo podrán ser grandes destruyendo a los demás y cambiando el oceáno por una pecerita.

PD: Supongo que esto cuenta como la primera entrada en la serie "eduquemos en economía"... si no es lo suficientemente clara algo hice mal.

2 comentarios:

  1. "Pocas cosas en economía se comportan con una precisión y regularidad tan asombrosa como el comercio entre países"... Epa, me gustaría ver el sustento de la afirmación

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  2. Tal vez fue una hipérbole, pero si es una regularidad económica que el aumento en las importaciones coincide con el aumento en las exportaciones. Y el aumento en las dos coincide con el aumento en el bienestar. A estas horas de la noche no tengo las referencias, pero con todo gusto puedo buscarlas.

    Gracias por comentar (y ponerme a leer, de paso... jajaja)

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