jueves, 2 de julio de 2009

Calaveras y diablitos (segunda parte de RPG)

Hace unos días dejé una entrada prometiendo que habría una segunda parte. Ya dije como llegué a los juegos y como fue mientras estuve en el colegio. Ahora, en lugar de seguir con la universidad y la vida de "adulto" (que sería más de lo mismo) haré un pequeño resumen sobre los juegos que he jugado o he leído. Es un resumen más o menos cronológico dado que el hecho de jugar un nuevo juego (tan redundante como suena) no implica dejar el que jugaba antes. De la misma forma en la que comenzar a jugar basket no implica dejar de lado el fútbol.

En esta ocasión hablaré de Calabozos y Dragones (lo de Calaveras y Diablitos es un chiste muy privado), Dungeons & Dragons o D&D para abreviar. Para los que se quieren poner técnicos sería AD&D, la "A" de "Advanced". Este es el juego que a todo el mundo se le viene a la mente cuando le hablan de rol. No me extraña, hasta donde tengo entendido fue el primero, además, está fuertemente influenciado por Tolkien y otros textos fantásticos. De ahí a que, al tiempo que se viene a la mente D&D se viene a la mente alguno de los estereotipos de jugador de rol: el niño de 12 años que se disfraza de elfo o el tipo de 35 que vive con sus papás y tiene el cuarto lleno de afiches de Star Wars (i.e. el vendedor de historietas en los Simpsons).

Este es el juego que todo el mundo cree tener en la cabeza pero en realidad nadie conoce del todo. La verdad, pese a que invertí una parte considerable de mi tiempo leyendo y jugando, no creo haberlo conocido completamente. Sus reglas son muy complejas, llenas de datos y estadísticas y, en general, el énfasis del juego es el combate y la exploración, no los personajes. Tiene todo un sistema para determinar cuando va a salir un nuevo enemigo y para crear los calabozos que se van a explorar. De ahí la primera parte de su nombre, la mayor parte del juego se pasa en algún "calabozo". Bien sean cuevas, castillos, pueblos, bosques o algún otro escenario delirante imaginado por el narrador (o Dungeon Master...).

Lo que más odiaba de este juego era, extrañanamente, sus jugadores. Si yo soy un geek algunos de ellos lo son mil veces más. En muchos casos pasábamos más tiempo discutiendo las reglas que en efecto jugando, después de alguna sesión particularmente extenuante me sentía capaz de defender en una corte al mismo Hittler y hacerlo salir inocente.

Además, porque para jugar había que leer millones de libros. Estaba el manual del jugador, el manual del DM, el manual de monstruos, los compendios de monstruos, el manual del guerrero, ladrón, clérigo, mago, druida, bárbaro y mil otros más, los libros de armamento, los suplementos de campañas (Drangonlance, Forgotten Realms, Dark Sun, Planescape entre muchos otros), los libros de hechizos, los libros para aventuras de alto nivel... en fin. en mi vida tuve unos 10 libros y, siempre, entre mis jugadores había alguien con el libro que justamente contenía la excepción a lo que yo quería hacer. En resumen, la labor del narrador era la de ser un computador que procesa números y compra libros. Aburrido.

Claro que no todo es tan malo como lo puedo hacer parecer. Tuve la fortuna de dar con gente que muchas veces prefería dejar de lado las reglas con tal de construir una buena historia. Fue así como estuve en aventuras donde un grupo de 5 jugadores destruyó un nido de dragones, o como acompañé a otro grupo de ser huérfanos a héroes. Hoy en día son historias que recuerdo y que quienes las jugaron recuerdan también. Por arrogante que suene, no hay nada como construir una escena tan bien que sea recordada 5 o 6 años después de narrada.

Eventualmente me aburrí de los mundos de fantasía. Aunque siempre he sido fanático de las diferentes mitologías, los mundos de elfos, duendes y hadas no han sido lo mío. Nunca me he leído el Señor de los Anillos y dudo que lo llegue a hacer algún día. Narnia me aburre de sobremanera. Harry Poter me parece tonto (con el perdón de alguien). Ninguno de esos mundos me ha logrado atrapar definitivamente, tal vez algún día, pero aún no ha llegado ese día. La estocada final a D&D la dio otro juego de rol, más moderno, con una cosmología que me absorbió por completo, una visión mucho más macabra de las cosas y sobre el cual de verdad pude plasmar las historias que quería...

¿Cual es ese juego? En la tercera parte... esta entrada ya está muy larga.

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