jueves, 9 de julio de 2009

El cine, el cinema y la comodidad de su casa

Ésta es la primera, y espero, no la última participación en este prestigioso blog que no sé como se llama. Antes de entrar en materia, vale la pena presentarse. Mi nombre es Camilo Rizo, conozco a Edgard desde hace muchos años (los suficientes como para que no tenga que recordarme que su nombre termina con “d”, aunque siempre le digo Epa). Recordando, nuestro primer tema de conversación fueron los juegos de rol (primera confesión vergonzosa) pero nos hemos hecho amigos a través de nuestra carrera, economía, y en general de la vida. Para algunos amigos estoy en “el lado oscuro” de la economía, las finanzas, campo que permanentemente reclamo como propio de la ciencia económica, y no de otras tantas técnicas derivadas. Por ello soy el “bicho raro” en ambos campos, el economista entre los “financieros” y el “financiero” entre los economistas.


Bueno, suficiente presentación. El tema de este blog, es no tener tema, siendo lo suficientemente amplio, y debo añadir, divertidísimamente elocuente como para confesar diferentes neurosis, traumas psicológicos o pequeñas obseciones. Esta que voy a aclarar la inspiró Mariana, y por ende se la dedico con mucho cariño.


Siempre he sido un obsesivo del lenguaje, y me comprometo a dedicar una entrada completa a uno de mis más privados apodos, “Don riguroso”. Ese rigor me ha llevado a pensar que existe una gran diferencia entre el concepto de "cine" y "el cinema". Tal vez durante buena parte del siglo XX “el cine” y “el cinema” no sólo eran sinónimos , eran un sólo concepto. Pero, en la medida en la que se fueron abaratando los instrumentos de reproducción, se creó una gran diferencia. El Betha o el VHS revolucionaron la forma de ver películas, con características tan sencillas como poner pausa, o el permitir verlo en “la comodidad de su casa”. Sin embargo, elementos como el sonido o el tamaño de las imágenes seguían haciendo “que el cine” fuese mejor aprovechado si se iba “al cinema”. Este problema se ha solucionado con el tiempo, en tanto que ahora ya hay instrumentos que reproducen imágenes “más reales que la realidad” (véase Futurama por ejemplo), con sonidos envolventes, en tamaños apabullantes y, sobre todo, en la comodidad de su casa. Ahora, permítanme exponerles mi definición de cada uno de los conceptos que he expuesto: El cine: actividad artística/comercial, dedicada a desarrollar historias bajo el esquema de combinar audio y video. El cinema: conglomeración pública de carácter comercial para la proyección de piezas de cine. La comodidad de su casa: La comodidad de su casa. ¿Ven las diferencias?, trataré de ponerlas más claras.


El carácter público de un cinema da para todo tipo de incomodidades, que en la opinión de este humilde servidor, todavía no se han salvado. Por ejemplo, debe dársele todo el crédito del mundo a la capacidad de reservar las boletas con antelación, y de las tarjetas prepago que tienen descuentos. Eso, de todas formas no nos quita el suplicio de llegar a buscar un parqueadero, correr para “no perder la reserva” o de aguantar el tiempo muerto que queda entre comprar las boletas y que comience la película. Como soy un obsesivo de la planeación (si no ha sido claro hasta ahora) tengo una preferencia inflexible respecto al tipo de silla que compro: Únicamente última fila y hacia un pasillo. ¿Por qué? Básicamente porque, confieso, he tenido ganas asfixiar al idiota de turno que golpea el espaldar mi silla. Además solo me interesa estar cerca a la persona que me acompaña al cine, no de nadie más. En todo caso, ya entrado en gastos, hay que disfrutar la boleta. Por lo general, por cada 2 horas de función hay unos 15 minutos de avances (que irónicamente disfruto), pero, recientemente en Colombia, se han dado la proliferación de cortos de fábrica colombiana, que van de temas tan interesantes como que un niño en el chocó monte un caballo, o que un niño se levante temprano, un papá tenga mal de estómago o que un niño le regalen un pollito (sí, en eso gastan 15 minutos y Dios sabe cuanta plata en subsidios).


Si, con suerte, logro relajarme antes de que comience la película, disfruto a medias el tema del sonido (como les dije, por lo general estoy a un lado y allí no se siente el "efecto envolvente") y ocasionalmente la imagen es de menor calidad que uno de los dispositivos “en la comodidad de mi casa”. Sin que esto sea suficiente, y tomando en cuenta que no me considero una persona de corta estatura, no falta la cabeza enfrente que, por alguna convención social, no puede ser arrancada.


Como podrán ver, el cine, el cinema y la comodidad de su casa son conceptos claramente diferenciables, algunos, perfectamente excluyentes. Por ejemplo, son antónimos los conceptos “el cinema” y “la comodidad de su casa”, no sólo por ser lugares diferentes (casa y cinema), sino especialmente por la parte en que tratan el tema de la comodidad.


Debo concluir que si en algún momento quisiera tener una excentricidad, sería la de comprar las dos sillas del centro de un cinema, y las once que están a su alrededor (delante, atrás y a los lados), o mejor todavía, todas las boletas del cinema. Esto, no es eficiente, puesto que resulta mucho mejor, más barato, “hacer su propio cine”, en (ya saben) la comodidad de su casa. Es mejor comprar el equipo para tener imágenes y sonido de primera de forma permanete, que pagar por el "arriendo" de una silla incómoda en un cinema.


En lo personal, prefiero las conglomeraciones que tienen algún sentido. Por ejemplo, para ver presentaciones en vivo (teatro, deportes o conciertos) o para exposiciones que tienen sentido sean públicas (como los museos, las galerías, las librerías o los parques).

1 comentario:

  1. ¡Cami, estoy FELIZ DE LEERTE!

    Aunque a "Don riguroso" se le fue la "c" en obsesión, siempre me resultas entretenido,

    Mi preferencia en cambio es siempre entre la 1ra y 3ra filas, en el centro... en horas poco concurridas y muchísimas veces sola, detesto los que van a conquistar "me" al cinema, sacándome de la magia del filme asistido (y que yo me tomo la molestia de estudiar antes de ir)

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